Este mayo nos acaba de visitar Fiona True, quien nos
habló y ante todo compartió un modo de estar en terapia esperanzador frente a situaciones
de trauma relacional severos, como es el caso de situaciones de abuso sexual
intrafamiliar. Mostrándonos didáctica y
amorosamente que es posible estar allí
para el otro, para las familias que consultan y/o son derivadas, de un modo
generoso, protector, dignificando y honrando la vida y la complejidad de las
relaciones humanas.
Fiona compartió con nosotros su quehacer, señalando
como trauma, toda aquella experiencia en
que un niño/ niña (cualquier persona), siente que su seguridad emocional ha sido rota
por la ausencia de cuidado de quienes se espera lo protejan, en que se
traicionan la confianzas y/o se rompen las conexiones familiares seguras. Nos
plantea desde el inicio de la jornada uno de los dilemas y desafíos de la
terapia en este contexto: generar conexiones y re conectar, a través de una
mirada comprensiva.
Respecto de situaciones de abuso sexual, Fiona nos
plantea diversos dilemas: las familias viven una intensa vergüenza por lo
sucedido, por la perpetración del abuso,
se preguntan qué ocurrió, por qué no se pudo cuidar a los más vulnerables, generando
como defensa la negación y una tendencia al silencio. El desafío es hacer
emerger historias de dignidad en estas familias, integrar historias de orgullo,
en que puedan verse y reconocerse no solo a través del abuso sexual, sino a
través de diversos otros lentes, otras
perspectivas, sin dejar de considerar la situación traumática. Como terapeutas señala “le préstamos lenguaje a las familias...” para lo cual les ha sido muy útil la mirada narrativa, que
implica salirse del paradigma víctima / perpetrador, ver los diversos aspectos
del otro, ver en el perpetrador al otro con toda su historia de vida, conocerlo
más allá del abuso, conocer aquello señalado como “portarse bien” en el relato de los niños y
sostener la complejidad de que se puede sentir afecto y odio a la vez.
En el espacio terapéutico propone el uso de diálogo de decisiones, desarrollado en
el Instituto Ackerman de NY junto a M.
Sheinberg y su equipo. En el proceso terapéutico se integran sesiones individuales
con sesiones familiares, dentro del marco sistémico. Desarrollaron esta
modalidad al advertir que si bien los niños tenían un espacio privado, no
querían hablar; mientras más preguntas se les formulaban, más riesgo de que se sintieran bajo coerción. Por tanto, se
plantearon cómo generar espacios de integración sin ser coercitivos, generando
diálogos de decisiones en que se definía con el niño-niña qué era pertinente compartir
con la familia y qué no, cómo y cuándo hacerlo. Conversar de lo que era posible
hablar, que preocuparía de hacerlo, de
contarlo a la familia y de llevarlo a cabo, honrando así el espacio familiar y el apego.
En este proceso terapéutico de diálogo de decisiones,
el objetivo de la terapias con los niños
es que tengan voz, un espacio que de cabida a sus voces sin que se sientan presionados,
que sean escuchados e invitados a hablar desde una polifonía, donde no sólo este presente la voz del trauma,
promoviendo de esta manera, el sentido
de agencia.
Con los padres, el objetivo es procesar la situación
traumática y generar narrativas para aquello, de modo que puedan acoger al niño.
Suele ocurrir que aquella madre que no
supo o no pudo proteger, está en su propio estado de shock sin una narrativa
coherente, por lo que también necesita tener un tiempo y espacio para
elaborarlo.
Otro dilema que nos contó, fue el que implicaba salirse
del esquema terapéutico que incorporaba el tema del perdón como un hecho
constitutivo del proceso y/o instalado prematuramente, donde el niño debía
perdonar, lo que resultaba un tanto incongruente. Plantea la cautela y
paciencia inicial frente al perpetrador, al que hay que conocer, en espacios
diferidos del niño/a, entrevistándolo
con empatía, para abordar lo que pensaron y sintieron, para luego intentar que logren hacerlo desde la
perspectiva del niño o niña, de cómo lo vivió, considerando esto, como un proceso
lento.
Compartió con nosotros diversas viñetas clínicas (videos) que ilustraban
el proceso de terapia. Conmovedor fue el
uso de diálogo de decisiones en un caso clínico de abuso sexual, una historia dolorosa, con escenas muy
emotivas, en que el foco estaba, a través de diálogos diversos, en la
contención y reconexión de la relación materno filial, por cuanto la
transgresión de la sexualidad se filtró en la relación madre e hija. Rescatando
además desde el relato de la niña y a través de sus ojos, al padrastro, más
allá del trauma, destacando lo positivo que recordaba de éste. Escenas
terapéuticas en que nos enseñó a abordar
lo sucedido mas allá de los contenidos, a hablar sobre lo difícil que esto se
hace, a respetar el ritmo, aclarar que en el proceso de terapia no se está tras
la evidencia, que procura conectar lo sucedido y lo que piensan, con la emoción
asociada, abordando los dilemas del secreto, los entramados de la culpa, los temores
y la depreciación, integrando lo
construido en el espacio individual de
la niña y de la madre en un espacio común.
Nos mostró cómo esta madre estaba muy confusa,
avergonzada de no haberse percatado, de no ser protectora, y cómo la ayudó a
procesar el impacto de reconocer que se ha vivido con alguien que creía conocer y que hizo algo
inimaginable a una hija. Nos planteó como intervenir con el agresor, entender
qué es lo que evita, qué impide que tome la responsabilidad de los hechos. A
veces es tan avergonzaste asumirlo, que lo niegan recursivamente. Recordar que el
abuso sexual es el peor tabú, es lo que no
queremos ver a pesar de lo frecuente (una de cada cinco mujeres ha sido agredida sexualmente), nos induce a no estar
alerta, a minimizar.
Quienes asistimos al taller, tuvimos la oportunidad
de verla trabajar en una consultoría en vivo con una familia que presentó
generosa y amorosamente la terapeuta a cargo y su equipo. Una familia con
cuatro hijos, al momento de la sesión a cargo de la madre, que han sufrido en
los últimos años diversos traumas, entre ellos la pérdida reciente del padre. Fiona,
tras escuchar la historia, curiosea los motivos de supervisión señalado por la terapeuta,
toca sutilmente la persona del terapeuta consultándole si puede decirle qué le
sucede con la familia… Fiona escucha “la fantasía salvadora”, del deseo de llevarse
a los niños a casa y nos cuenta que cuando se topa con esta sensación, con este
deseo, se plantea para si la hipótesis de una parentalidad vulnerable, a la que
hay que estar atenta. Dice percibir un
sentimiento de caos y deseos de rescatar a los niños, tal vez de estar a cargo,
o de que alguien esté a cargo.
Antes de ver a la familia quiso saber cómo eran
antes de las vivencia traumáticas, saber
de sus fortalezas, de qué era posible hablar, de las relaciones entre ellos,
las redes familiares, qué sentimientos evocan las vivencias vividas, cuanto ha
sido o no compartido. Nos comenta que advierte que es una familia muy limitada
en esto de hablar, que actúan mucho y donde la hija pequeña ha sido protegida
al no ponerla al corriente de ciertos hitos dolorosos, aunque la pregunta es si
está protegida o no... Los contenidos son dolorosos… propone la técnica de hablar
acerca de “qué hablar”, “quién sería bueno para hablar”, “para quién sería más
fácil”, “qué podría ocurrir”, “qué significa para ellos comenzar a hablar”, “Si
esta familia hablara abiertamente de lo que sucede, quién se preocuparía más”, “a
quién le ayudaría aquello”. Así sacar
fuera poco a poco algunos de los temores. Consulta con la terapeuta como
estructurar la sesión, le interesa cuidar la alianza terapéutica, sabiéndose
ella una visitante, la invita a desarrollar en sesión diálogo colaborativo,
recordando a Tom Andersen.
En sesión la observamos presentarse, transparentar
con la familia la información que ha recibido y el deseo de conocer otros
aspectos, como por ejemplo, aspectos de la familia de los cuales están o se
sientan orgullosos, consulta a la madre y a cada uno de los hijos, a través de
preguntas relacionales, incorporando y honrando la figura del padre, llegando
al diálogo respecto a qué es posible hablar, que temores albergan , que supuestos
manejan, cuales comparten, emergiendo el temor del hijo de perder a su madre,
valida los temores por cuanto frente a la vivencia de traumas el temor es muy presente, uno procura que la
vida sea predecible les señala Fiona, lo que a veces acentúa el control. Invita
amorosamente a la madre a ayudar a sus hijos a que acudan a ella, que conozcan
su fortaleza y no sólo su vulnerabilidad. Aborda la parentalización de una
manera delicada connotando la preocupación recíproca entre los hermanos. Les
devuelve a la familia su visión, un mensaje de esperanza comunicándoles su deseo:
que pudieran hablar más abiertamente de lo doloroso y que igualmente es posible
estar de pie y que eso no los hará colapsar, pues los advierte preocupados unos de otros, orgullosos,
agradeciéndoles la valentía de estar allí. La madre recoge la invitación a
hablar, consulta cómo y se la invita a la sesión siguiente para hablar de
temores así como posibilidades de
liberación y luego traer nuevamente al grupo. Plantea con la familia que al
parecer el dilema actual, el desafío
como grupo, es el de seguir conversando acerca de si mismo y sus
relaciones.
Las reflexiones con el equipo tras el espejo fueron
diversas, Fiona compartió en qué estaban sus pensamientos en sesión con la
terapeuta y el equipo, recibiendo su vez diversos comentarios que enriquecieron
y complejizaron la mirada de la familia y el proceso terapéutico. Como terapeuta vimos en acción aquello que nos comentó el
día anterior: facilitar la conexión
respetando y considerando la experiencia de la familia, sosteniendo una actitud
cálida, empática y auténtica, características que señala necesarias para el
terapeuta.
Y a mi parecer fue así como la vi, atenta, cercana,
respetuosa, curiosa del otro, procurando enriquecer perspectivas, que estas
perspectivas dialoguen entre si generando nuevos emergentes relacionales,
invitando a todos los integrantes de la familia a participar de las decisiones
de su vida y a mejorar sus vínculos… , fue una hermosa experiencia, y agradezco
a todos quienes en el IChTF hacen posible cada encuentro/seminario Ackerman .
Tamara Rivera Rei,
UNA IChTF,
junio 2014.
UNA IChTF,
junio 2014.
NO pude asistir a este seminario y me parece que el comentario y reflexiones de Tamara me hacen reflexionar y aprender.
ResponderEliminarSin duda comparto la experiencia de complejidad y humanidad que implican estas tematicas. y me reafirma la necesidad de estar atenta a los motivos de orgullo de cada familia , junto a sus dolores y lados oscuros
Gracias Tamara por acercarnos a Fiona y así sentirnos esperanzads en nuestro quehacer diario.
ResponderEliminarPasado ya el tiempo de este seminario, me encuentro con este comentario de Tamara y me vuelvo a conmover. La verdad es que fue una gran experiencia haber asistido, con toda ese conocimiento que era evidente en cada movimiento de Fiona, cada reflexión y delicada aproximación a cada uno de los integrantes de las familias, que solidariamente nos permitió conocer, de manera humana y sin prejuicios. Espero algún día poder canalizar la sensibilidad que mueve cada familia en mi, con tanta destreza y cercanía como hace Fiona. Sin duda una experta y lo mejor, humilde.
ResponderEliminarUn saludo grande a las profes!