lunes, 2 de diciembre de 2013

Ceremonia Titulación Terapeutas Familiares y de Pareja 2013

Terapeutas Familiares y de Pareja IChTF 2013
32 nuevos psicólogos y psiquiatras recibieron su título de Terapeutas Familiares y de Parejas del IChTF. La ceremonia de titulación 2013 permitió celebrar el enorme esfuerzo que este grupo de profesionales realizó tanto en Santiago como en las diferentes regiones en las que hemos formado terapeutas. Los felicitamos de corazón por llegar hasta este momento tan esperado. Sabemos que serán grandes embajadores del Instituto Chileno de Terapia Familiar.

Se titularon el 22 de Noviembre:

Antofagasta:

Carolina Alday M.; Ingrid Alfaro M.; Susana Díaz A.; Mariela Flores B.; Karla Gaete T.; Mónica Guzmán G.; Norma Molina M.; Patricio Ramírez N.;
Talca:
Gicela Cáceres A.; Cecilia Cisternas I.; Carolina Mora R.; María Ignacia Sepúlveda R.;
Valparaíso:
Loreto Lillo A. 
La Serena
Hugo Rojas J.; Claudia Valladares V.
Santiago:
Paulina Álvarez Z.; Cristián Anuch J.; Álvaro Campos M.; Alejandra Cobos, S.; Constanza Contreras N.; Cristián Dacaret Z.; María José García R.; Ester Hasson C.; Isabel Jarpa M.; Valerie Jeanneret M.; Alejandra Kuthe F.; María de la Luz Mesa M.; Paulina Peña F.; Alejandra Pérez S.; M. Alejandra Rivera S.; Cecilia Sostín R.; M. Gabriela S.

Compartimos con Ustedes el discurso con que la Presidenta del IChTF recibió a los terapeutas titulados y sus familias.

Estamos llegando al fin de un ciclo y con él, al comienzo de otro, para cada uno de quienes se titulan hoy  como terapeutas familiares y de pareja del Instituto Chileno de Terapia Familiar. También es un final para sus familias, que inevitablemente ven interferidas durante algo más de dos años sus rutinas y sus vidas. También es el fin de un nuevo ciclo para nosotros.

Están reunidos acá terapeutas que se formaron en distintos momentos, algunos hace muchos años ya,  que con perseverancia han logrado que el esfuerzo se materialice en el título que hoy recibirán. Otros, recién hasta hace pocos  meses   eran alumnos regulares de nuestro programa. También hay terapeutas que se formaron y viven  en diferentes ciudades de nuestro país –Valparaíso, Talca, La Serena  y Antofagasta- Psicólogos y psiquiatras, que  se desempeñan laboralmente en diferentes ámbitos, pero todos con la experiencia común de haber vivido un proceso de formación como terapeutas de familias y parejas en nuestro instituto.
Todos ustedes, algunos desde hace algún tiempo y otros, a partir de hoy, recorrerán  diferentes caminos y llevarán lo que han aprendido y vivido con nosotros a los lugares por lo que pasen, a los lugares a los que lleguen, y por supuesto, a los lugares en que se queden.
Esos lugares que habitarán con lo adquirido acá, no son sólo sus lugares de trabajo y, aquello que se llevan, no son sólo herramientas profesionales. Al menos, eso es lo que esperamos. Hemos pensado y nos involucramos en el programa de formación pensando en que persona y terapeuta son una unidad indisoluble y confiamos en que se llevan una particular manera de entender y participar de las relaciones humanas, más allá de la relación terapeuta- paciente y más allá de la práctica clínica.
Confiamos en que les hemos logrado transmitir una ética de las relaciones que los invita a ver el modo en que participan en ellas y no sólo lo que los otros hacen en ellas. Una ética que los - y nos -hace responsables de lo que aportamos a las relaciones tanto en sus dificultades y sufrimiento como en el crecimiento y en los aspectos amorosos de ellas. Una ética que surge de mirarnos como participantes y no sólo como observadores de realidades que ocurren independientemente de nosotros.
Desde esta perspectiva, aquello que se llevan, lo construimos juntos. Aquello que se llevan, fue posible porque estábamos nosotros y estaban ustedes en un tiempo y en un lugar que nos acogió. La formación que tuvieron fue el resultado de la danza que danzamos juntos. Danza que como la vida, tuvo momentos de encuentro, felicidad, satisfacción, armonía y gratitud y otros de desencuentro, de frustraciones, de penas y de más de algún tropezón por ahí. Alguien podría decir “a pesar de eso, construimos”. A nosotros nos gusta pensar: Con todo eso construimos”. “A partir de eso construimos”.
Con lo construido, todos aprendimos. Crecieron ustedes y crecimos nosotros. Ustedes aprendieron modos de mirar, modos de hacer, modos de estar en las relaciones. Nosotros también, pero además, aprendimos cómo construir aprendizajes para los tiempos actuales y una vez más nos sentimos  interpelados a repensarnos y a ir ajustando nuestra formación y nuestra acción como docentes y supervisores a las necesidades formativas de los terapeutas de hoy. Ustedes, no son los terapeutas de antes. Como dijo Neruda….”nosotros los de entonces, ya no somos los mismos”
Sin duda, también aprendimos para nuestras propias prácticas como terapeutas y como supervisores. Aprendimos de las familias y parejas que supervisamos y también de los terapeutas que las atendieron. Aprendimos de sus aciertos y desaciertos. Incorporamos ideas nuevas y prácticas que sin duda enriquecieron el bagaje con que llegamos cada año a encontrarnos con los nuevos grupos.
Es impresionante como cada año es un nuevo desafío. Desde hace  tres décadas  formamos terapeutas familiares y de pareja. Durante todo este año hemos celebrado los 30 años desde la fundación de esta institución. Por eso esta ceremonia es especial,  es la ceremonia de titulación de los 30 años y eso los hace a ustedes también titulados especiales.
Durante estos 30 años muchas cosas han cambiado en el Instituto, pero  la esencia, sigue siendo la misma. Cada año se incorporan 20 terapeutas en formación en Santiago y más o menos la misma cantidad en regiones. El equipo de docentes y supervisores tiene una gran estabilidad y quienes se incorporan a él comparten el sello de los que ya estamos. Cada año los programas tienen variaciones, pero la esencia es la misma.  Entonces, es lo mismo, pero nunca es lo mismo. Como Marguerite Yourcenar  dice en  Una vuelta por mi cárcel, "No vemos dos veces el mismo cerezo ni la misma luna sobre la que se recorta un pino. Todo momento es el último porque es único”.
Así es, cada grupo que pasa por este instituto es único, cada uno de ustedes es único y con ustedes hemos establecido una relación que no se repetirá. No al menos de la manera que fue con ustedes. Yo, y creo que cada uno de los docentes y supervisores involucrados en su formación, atesoramos momentos y recuerdos que son parte constitutiva de lo que vamos siendo como supervisoras y supervisores. Mi ser supervisora se ha ido constituyendo en la relación con cada uno de mis supervisados. Así creo, ha sido para todos nosotros.
Esto  está al centro de nuestro modelo formativo, y se expresa en distintos planos: por una parte, en el modelo de supervisión centrado en la persona del terapeuta, y, a la vez, en la idea que el profesor y el supervisor también están incluidos como personas en el trabajo formativo.”

Pensamos que el encuentro docente-alumno, supervisor-alumno es antes que nada un encuentro humano, luego, un encuentro profesional. Lo mismo pensamos de la relación terapeuta-consultante. Antes que nada, un  encuentro humano, un encuentro de personas que entran en una conexión que es emocional y racional. Que se conectan como cada uno de ustedes se conectó en los grupos de los cuales formaron parte y con los supervisores que guiaron su formación.

Nos gusta la idea de partes interconectadas formando un todo que a su vez, es más que la suma de las partes. Idea tan antigua como fresca cuando la llevamos a la realidad de las relaciones y de la comprensión del mundo y de sus acontecimientos como eventos todos interconectados. Queremos que sigan sus caminos con conciencia de esta conexión infinita, con la idea de  que somos parte del mundo en que vivimos y que lo que logren hacer en sus espacios de trabajo va a influir mucho más allá del espacio de sus consultas u oficinas.
En esta especie de “envío”…los despedimos para que salgan a contribuir a  través de sus trabajos y a poner sus esfuerzos en la construcción de relaciones más fraternas, más solidarias, más responsables con los otros. A hacer esto con cada persona, con cada pareja, con cada familia, con cada grupo con los que tengan la oportunidad de encontrarse. Porque de este modo, nuestro trabajo y nuestro esfuerzo también tiene sentido.
Estamos en ustedes y ustedes en nosotros
Muchas gracias por la confianza en que podríamos aportarles a ser mejores profesionales y mejores personas.
Me despido con la frase del increíble pintor uruguayo Carlos Páez Vilaró, cuya vida y obra son tan hermosas como emocionantes y con quien tuve un encuentro de esos que nos conectan con el sentido profundo de estar en este mundo: “ La vida es una excusa para encontrar la manera de vivirla.”
Ojalá cada uno de ustedes encuentre cada día una mejor manera de vivir  sus vidas. Ojalá en su paso por el Instituto Chileno de Terapia Familiar hayan encontrado ideas, personas, valores, reflexiones y otros  que los ayuden en ese camino.

Gracias por ser parte de esta historia y mucho éxito en sus vidas.

Ps. Claudia Cáceres Pérez
Presidenta
Instituto Chileno de Terapia Familiar