Hace 22 años Carla inició su formación como terapeuta
familiar y de pareja en el Instituto Chileno de Terapia Familiar. En 1990
nuestra institución tenía 7 años de existencia. El próximo cumpliremos 30 años desde su fundación. O sea,
casi tres cuartos de la vida institucional fueron con Carla paseándose con su sonrisa llena de ternura,
pícara, como dicen en algunos de los mails que durante el día de ayer nos
llegaron, y con su risa que alborotaba los espacios. Inicialmente
como alumna, luego como miembro, más tarde, en 1999, como Miembro del
Directorio y Directora del Departamento Clínico. Finalmente, en 2007 como
presidenta. Ella fue la primera presidenta de nuestro instituto que no era
fundadora. En ella, los fundadores y la institución depositaron la confianza de
que sería capaz de conducir el cambio
para que las nuevas generaciones nos hiciéramos cargo de la historia y del
futuro de esta querida institución.
Nunca hubo duda. Ella era la persona. Sin embargo, la vida
dijo que apenas asumiera el honor y la responsabilidad de la presidencia, se enfermara. Entonces, vinieron tiempos inesperados,
tiempos para los cuáles no estábamos preparados. En medio de la consternación y
del dolor, tuvimos que repensarnos y encontrar una manera de continuar , ahora de
un modo diferente al que con ella habíamos imaginado.
Hemos caminado estos 5 años y hemos continuado por la senda
fundacional y seguido creciendo. Pero no ha sido fácil. Debimos acostumbrarnos a que desde lejos, pero de
cerca, nos diera consejos, nos hiciera sugerencias, apoyara cada uno de los
momentos transcendentales de nuestra vida institucional. Hasta que sintió que
necesitaba hacer algo diferente con su vida para transitar por ella con
sentido. Seguimos entonces caminando y los proyectos que dejó en ciernes,
fueron consolidándose, mientras Carla vivía su nueva vida y con ella, nos
interpelaba. El proyecto Psicosocial del Instituto aun hoy plasma el espíritu del que ella fue gran
gestora. Y así seguirá siendo. Porque su presencia fue la encarnación de los
valores humanistas, los mismos que dieron hace casi tres décadas origen a
nuestra institución…..nada por sobre el ser humano y ningún ser humano por
sobre otro. Desde ahí, el profundo respeto por la democracia, porque todos
tuvieran un lugar, porque todos los aportes fueran valorados, por el respeto a
los derechos humanos, por el compromiso
y entrega por sobre cualquier cálculo personal. Ese es su legado, el de los
primeros, el de ella y confiamos en que también será el de los que seguimos.
En este tiempo, especialmente en este último, después del
último café que tomamos juntas en el barrio Las Lilas he pensado mucho en qué
la hacía diferente. Porque creo que en nuestro Instituto hay muchas personas
que compartimos su espíritu, sus valores e incluso algo de su manera de
entender la psicología, la terapia, a las familias, las parejas, pero ¿qué la
hacía diferente y que hace que la huella que deja sea imborrable?.
Hace algunos días atrás hice esta pregunta al equipo con que
trabajo en el instituto, Y me dijeron. “ella nos hacía sentir que le
importábamos..nos hacía sentir valiosas. No importa si éramos o no amigas o si
habíamos trabajado juntas o no. Se detenía y cada encuentro con ella era un
verdadero encuentro”.
Esto, no lo logra cualquiera, porque no tiene que ver con la inteligencia, ni
con las convicciones. Esto era parte de su naturaleza. Carla era así.
Pero, también era rigurosa. Sí, muy rigurosa. Disciplinada y
rigurosa. Uno de estos días en la clínica, me pidió que le leyera un mail que habíamos
mandado a los miembros del Instituto para contarles de su salud. Mientras se lo
leía, abrió los ojos y me preguntó..¿no hiciste distinción de género en el
encabezado? Carla era así.
Su aguda sensibilidad, sus valores a toda prueba y su
rigurosidad la hicieron una profesional de lujo. Y así lo van reconociendo
quienes nos han hecho llegar sus condolencias. Pero además, una mujer y una
persona excepcionales.
Carla representa la esencia de lo que queremos
transmitir a nuestros alumnos, el modo
en que queremos relacionarnos y la forma en que pensamos las tareas
institucionales. Cuando fui elegida presidenta me escribió, como en cada
momento importante durante estos 5 años y me dijo: “Amas al Instituto y eso se
nota en cada cosa que haces, y todo tu gobierno será hecho desde ahí, desde ese
amor. Eso es clarísimo.”. Así era ella,
así pensaba el hacer, no como una simple tarea a cumplir, sino como un acto
amoroso. Y era amorosa, en el profundo sentido de la palabra.
Estamos orgullosos de que Carla sea una de las hijas
predilectas de muestra institución y así la tendremos por siempre en nuestro
corazón.
Quiero terminar compartiendo una frase que escribió hace
algún tiempo:
“Pero bueno, mañana comienzo un nuevo septenio (los antroposóficos dividen la
vida en septenios, así que los 49 son más importantes que los 50) Veremos cómo
sigo caminando por estos caminos sinuosos, llenos de sorpresas maravillosas y
de adversidades difíciles de sobrepasar. Así es la vida... la del enfermo, la
del que le toca dirigir una institución,
la de todos al final de cuentas, especialmente de quienes decidimos vivirla
plenamente y no hacer unas poquitas cosas para salvar el día.”
Nos veremos querida Carla.
El Instituto Chileno de Terapia Familiar siempre será tu casa.
Claudia Cáceres P.
Presidenta
Instituto Chileno de Terapia Familiar
2 comentarios:
La recuerdo y la voy a seguir recordando con mucho cariño, Vania.
Gran maestra... Tal y como la describes Claudia.
Ciertamente se plasma en cada uno de los que fuimos sus alumnos el respeto y honor de practicar esta profesion, de darnos al ser humano desde la humildad y la ternura. Gracias Carla por ese sello y gracias ICHTF que nos permitio conocerla...
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