lunes, 9 de noviembre de 2015
El triunfo de la esperanza en la sinfonía familiar
Cuando
me invitaron a escribir algo que se relacionara con el último seminario de
divorcio preparado por el equipo USEP (Unidad de Terapia Familiar en procesos de Separación y Familias Ensambladas) del ICHTF, no pude ocultar mi entusiasmo,
porque sentí que en ese encuentro aprendí cosas fundamentales para un
terapeuta. La primera idea que emergió en
forma espontánea, era algo así como “El triunfo de la esperanza en la sinfonía familiar”. El desarrollo de una
orientación, un horizonte de significación,
en el que la orquesta puede seguir haciendo música, y se puede seguir
versionando la vida desde ese lugar fundamental. El núcleo de afecto primario
en su contexto, y cómo ello deriva cuando ocurre un quiebre doloroso como una
separación o divorcio, donde “la obra” se replantea y se versiona desde otro
lugar, desde un camino trasformador y posible de recorrer, donde lo sombrío y
lo claro tensiona hacia una co-inspiradora situación de significación, la
colaboración y la re-organización familiar.
No es muy
común transitar con una temática como la de
divorcio y familia, desarrollándola en el abordaje de 4 preguntas fundamentales
involucradas en un proceso de cambio: ¿Qué sucede?, ¿Qué se hace?, ¿Cómo se
hace?, para finalmente llegar al ¿Qué nos pasa? Muchas invitaciones suelen reducir
estas preguntas exclusivamente al ¿para qué?, lo que no ocurrió en este caso y
se agradece, porque eso permite ver cómo se puede acompañar a las personas que
han quedado suspendidas en su “sinfonía familiar” por un divorcio o separación,
considerando la irreductibilidad y
singularidad de sus procesos, pero sobre todo, el espacio que puede ocupar un
equipo terapéutico, desde su propio sesgo, el marco comprensivo que da la
mirada sistémica con una práctica consistente con ello, donde hay una historia
de reflexión, búsqueda, impasses,
colaboración de equipo y sobre todo una capacidad de construir relaciones
humanas capaces de sostener todo lo anterior, en situaciones tan sensibles como
los divorcios destructivos. Así, por esta vuelta, uno puede volver a la
pregunta del ¿para qué? desde un ángulo mucho más amplio, convincente e
inspirador, para trabajar para algo que les sirva y les haga sentido a las
personas que viven esta experiencia y a los terapeutas que abordamos estas
problemáticas.
Partimos en
esta jornada con una actualización en el marco legal, y la idea que me quedo de eso, es que hoy el
divorcio permite orientarse hacia bienestar de los hijos, pero entendiendo que
el matrimonio ya no es la única base en la que se sostiene el núcleo familiar
de la sociedad, y por lo tanto, la emergencia de una perspectiva en que el
quiebre matrimonial no destruye la
familia, y que en esto, no da lo mismo
como los padres se divorcian, ya que traen a la mano la constitución de
vivencias en sus miembros que influyen en su desarrollo psicológico e
identidad.
Se propone la
idea de que hay una diversificación de la forma en que se está entendiendo a la
familia, porque afectan la vida íntima
de la familia, “termina la pareja pero la familia continúa”. ¿Cuál es “la música” que se viene dando en
una familia que se divorcia?, ¿Cómo los procesos de autonomía relativa entre los distintos ejes
relacionales de la familia, van siendo interferidos por el conflicto
post-conyugal? ¿Cómo se despliegan las fases del duelo de un divorcio en la
vivencia familiar del conflicto post-conyugal?, Desarrolladas estas preguntas,
avanzamos al ¿qué se hace?, y al ¿cómo
se hace? En este punto destaco el aporte del equipo para visualizar y construir
un modelo que permite sostener un foco
en distintos dominios de la problemática y hacer coexistir objetivos para ello,
sosteniendo un encuadre y una alianza respectiva para la particularidad de cada
proceso.
Finalmente ¿Qué nos pasa?, el particular sello del ICHTF de
la persona del terapeuta, que nos pasa a los que acompañamos a esta “orquesta “
a conectarse con la “música” que hacen, y la “música” que hacemos. ¿Qué nos
sitúa en la vivencia del terapeuta en el trabajo con estas vivencias
familiares? La resonancia fundamental
que nos conecta. En este punto, para mí,
fue fundamental poder recepcionar el trabajo de equipo, una intencionalidad
biográfica a situarse desde el lugar de la persona del terapeuta y de la identidad
de equipo. Para los terapeutas como yo, que somos de regiones, esto constituye un gran
desafío y se recibe con gratitud el mensaje y la forma en que se hizo en la
jornada.
Lo anterior
permite entender la cualidad de estos procesos, porque requiere de equipos
atentos y conectados para llevar el tiempo de cambio que se nos solicita y que
podemos ofrecer. En medio de tanta vulnerabilidad, se puede llegar a conservar la
riqueza en las relaciones familiares, aunque el tiempo para ello no tenga que
ver con la premura para el cambio funcionalista y efectista que a veces
predomina en las expectativas de muchos terapeutas. Más bien, permite reivindicar lo delicado y cuidadoso, de hacer
con mínimos actos, lo máximo, desde un modelo comprensivo y practicas coherentes,
que sostengan el acompañamiento necesario.
Me permito con esto parafrasear al doctor Sergio Bernales, cuando dice “que gane la tortuga”, resguardando
los contexto de esta frase, creo que en lo que estoy señalando, es válido para
que la sinfonía perdure y se versione, al ritmo y al tiempo que se necesite cuando hay esperanza y oportunidad de cambio para una familia, tras
un quiebre conyugal.
Enrique Campillay Pizarro
Terapeuta de Adultos, Familias y Parejas.
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