sábado, 12 de diciembre de 2015
Para entonces, ya sabía
que solamente las palabras antiguas me servirían: muerte, pena, congoja, tristeza, corazón
roto. Nada modernamente evasivo ni medicalizante. La pena es una condición
humana, no médica, y si bien existen pastillas que nos ayudan con ella - y todo
lo demás- no hay pastillas que la curen… La pregunta acerca del suicidio llega
tempranamente, también lógicamente. La mayoría de los días paso por el pedazo
de pavimento al que contemplaba cuando la idea llegó a mi por primera vez. Le
daré x meses, o x años (dos como máximo), y luego, si no puedo vivir sin ella,
si mi vida se reduce a una continuidad pasiva, tendré que tomar acción… La
lloro sin complicaciones y absolutamente. Esta es mi buena suerte y también mi
mala suerte. Muy tempranamente, las palabras entraron en mi cabeza: la extraño
en toda acción y en toda inacción. Era una de esas frases que me repetía a mi
mismo como una confirmación de donde estaba y qué era yo. Así como, al manejar
de vuelta a casa, me preparaba para regresar diciendo a viva voz: ‘Regreso sin
ella y no voy hacia ella.’.”
Julian Barnes, Niveles
de Vida
Durante el mes de octubre varios profesionales del IChTF (Dra.
Paulina Castro, Dr. Patricio Álvarez, Ps. Daniela Vío, Dra. Tamara Rivera y yo)
fuimos invitados a participar y juntarnos para realizar una capacitación sobre
suicidio adolescente que entregase una mirada sistémico-relacional para el
abordaje del paciente y su familia, a funcionarios de la Municipalidad de
Peñalolén que trabajan en atención primaria. Resultó ser una oportunidad de
aprendizaje interesante principalmente porque el grupo de profesionales que
asistieron fue muy participativo, activo, interesado y con una experiencia muy
rica en el trabajo con casos difíciles. Inmersos en un contexto en ocasiones de
extrema vulnerabilidad social, falta de tiempo y recursos para su abordaje,
estos profesionales nos mostraron su entusiasmo y compromiso con sus usuarios
de una manera cercana y cariñosa, desde la preocupación de abordar esta temática
tan compleja y a la vez, próxima a su quehacer cotidiano.
La reflexión giró en torno a diversos temas, desde lo más técnico
de nuestro enfoque y abordaje con familias de niños y adolescentes en situación
de riesgo suicida y en contexto de patología grave, hasta el trabajo con un
equipo expuesto a situaciones de crisis recurrentes y desbordantes. A lo largo
de 5 jornadas, transitamos por los elementos
conceptuales básicos para la comprensión del suicidio adolescente, hacia el
desafío del trabajo en equipo con el desgaste emocional y el impacto personal
que estos casos nos proponen. Recorrimos el camino de la comprensión de mapas
relacionales de los procesos contextuales y familiares asociados al suicidio
adolescente, incluyendo la complejidad del dilema de estabilidad y cambio en el
escenario de ésta temática particular. Identificamos los recursos en las
familias con adolescentes en riesgo suicida, las conductas de riesgo y cómo se
dan en el contexto específico de vulnerabilidad y exclusión social, que tornan
el abordaje más árido y difícil. Intentamos abrir la reflexión respecto del
riesgo de dilución de las familias a merced de nuestras siempre buenas intenciones
como profesionales, y cómo es necesario tratar de ampliar nuestra comprensión y
diálogo en conjunto con otros colegas y profesionales intervinientes. Por supuesto, incluimos la intervención en
crisis y el manejo de pacientes adolescentes con conductas suicidas y sus familias,
la terapia familiar y las intervenciones con familias en que hay un miembro con
cuadros psiquiátricos severos, todo ello desde la diversidad y riqueza de
experiencias de cada uno y sus Unidades de pertenencia en el IChTF. Tomamos el tema del duelo por suicidio y cómo
trabajar con él, sus etapas y su efecto traumático. El duelo de las familias,
de los profesionales y del equipo tratante, y cómo éste o su posibilidad, nos
interroga en nuestro rol terapéutico y humano en nuestro fuero más íntimo, pero
también frente a nuestros colegas. Finalmente, tuvimos una jornada de autocuidado
con los equipos profesionales que permitió la autoreflexión respecto de los
modos de estar y operar en el mundo frente a esta temática: las inducciones y
entrampes que nos pone en el camino, las múltiples posibilidades que nos ofrece
el trabajo colaborativo y en red, no exento de dificultades, y los recursos
propios a los que podemos echar mano cuando un caso nos desafía y angustia y,
por cierto, a los que podemos acceder con el trabajo de la persona del
terapeuta.
Les cuento de este espacio, nuestro recorrido por los viernes de
octubre, pues dejó una huella, esperamos, en todos aquellos que participaron y
aportaron a la reflexión. Creo que puedo
decir con alguna certeza que, a lo menos se abrió un espacio de diálogo, de awareness, de sensibilización y
sensibilidad con respecto a un tema que resulta ser nuestra escena quizás más
temida como profesionales y personas. Puedo decir también, que acompañamos a
estos equipos de trabajo profundamente conectados con su comunidad, en esa
reflexión, entregándoles la nuestra como una herramienta facilitadora más allá
de recetas o protocolos.
Ps. Laura Altimir
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