lunes, 1 de junio de 2020

La vida de las familias en tiempo de Pandemia: Parte II: Propuestas para fomentar los buenos tratos a los niños y niñas bajo condiciones de estrés.



                                      




La vida de las familias en tiempo de Pandemia:

Parte II: Propuestas para fomentar los buenos tratos a los niños y niñas bajo condiciones de estrés.

 

Luego de reflexionar…nos atrevemos a pensar en algunas propuestas… para ayudar a pensar a otros en los buenos tratos a nuestros niños y niñas, a  acompañar y sentirnos acompañados, porque todos y todas, estamos en lo mismo.

 

-       Que los padres y madres de niños en edad escolar vivan este tiempo volviendo a lo simple, a lo esencial, a sus funciones primordiales: acompañar, contener y disfrutar a sus hijos e hijas pequeñas. Que su mayor esfuerzo esté en lograr un espacio suficientemente seguro en casa, cuando todo en el exterior resulta incierto, inseguro y angustiante.Un espacio seguro en el que sean posibles los buenos tratos que marcarán sus modos de relacionarse en el futuro.

 

-        Que el sistema escolar asuma y actúe en concordancia con la evidencia de la neurociencia respecto de las condiciones mínimas para el aprendizaje de un niño, tanto en términos de los procesos  cognitivos  que involucra, como con la necesidad de condiciones contextuales que permitan dichos procesos. Como señaló la reconocida psiquiatra A. Céspedes, “pretender que niños de primer ciclo básico realicen en casa un trabajo académico conducente a cumplir con los objetivos del currículo de este año, no es realista

 

-       Que el sistema escolar esté al servicio de las necesidades que en estos tiempos de emergencia tienen los niños de prebásica y básica: jugar, cantar, reirse. Que dejen de lado toda pretensión de enseñar contenidos académicos y los sustituyan por acompañarlos haciendo uso de los recursos que tienen en sus casas: que cuenten porotos sacados de la cocina y asi “suman”, que separen las piezas de los lego por colores, formas, tamaños y así “clasifican”, que aprendan nuevas canciones y así “memorizan”, que vean  “monitos” en ingles y sin subtítulos para que se familiaricen con un nuevo idioma, que las tareas que den los profesores sea que ayuden a poner la mesa, que “hagan” su cama, que limpien una mesita… y que la foto de esa cama - seguramente no muy bien hecha- y la mesa puesta a medias, o la mesa más o menos limpia, sean  la imagen de un logro importante… así, el colegio ayuda a que aprendan el valor de ser comunidad, de la solidaridad y de la empatía. Si los 4 primeros años de educación de un niño están destinados esencialmente a crear la compleja red de conexiones neuronales en la corteza cerebral en las que se asentarán los futuros aprendizajes, ¿por qué no buscamos otra manera de hacerlo en esta etapa, más simple, más a la mano, más acorde con las necesidades emocionales de niños y niñas bajo estrés?

 

-       Que el colegio no suponga que los padres y madres van a ser profesores de sus hijos en sus casas. Los profesores estudiaron varios años en la universidad para aprender las metodologías que les permiten hacer su tarea. No basta el deseo y la buena voluntad para enseñarle a un niño. Pretender enseñar, sin las herramientas metodológicas mínimas, a niños tensionados y aburridos por padres más tensionados  aún , cansados, asustados, irritables y haciendo esfuerzos para bloquear el contagio de un virus que ya nos rodea a todos y sobrepasados por las demandas domésticas, laborales, económicas y sanitarias, a todas luces, es un despropósito.  Punto aparte merecería hablar que los padres y madres que viven en pareja, además tienen que sobrellevar las tensiones y el conflicto conyugal intensificado por el cautiverio.

 

-       Que el colegio ponga la tecnología al servicio del bienestar, más que del aprendizaje  académico y del control de los niños… que los niños graben sus tareas para compartir la experiencia y no para ser evaluados y mucho menos para ser monitoreados o sancionados. El colegio ne debería ser otra fuente de estrés para niños, padres y madres que están ya brutalmente exigidos por las circunstancias. El estrés no se maneja con más estrés.

 

-       Que cada familia pueda reconocer cuáles son sus posibilidades para estos tiempos y defina sus propios límites a las exigencias. Las familias quieren que sus hijos se desarrollen, al mismo tiempo que conocen sus vulnerabilidades. Que dejen de lado la culpa por no poder con todo… a veces, menos es más. Lo más importante en tiempos de crisis es mantener la  serenidad y la calma. La exigencia y hacer “como si” pudieramos lograr lo mismo solo que de un modo diferente, es irreal y absurda. No solo es necesario replantearnos los medios, sino también las metas de este tiempo.

 

-       Que las empresas y empleadores consideren las particularidades de sus colaboradores. Trabajar desde la casa no es lo mismo que trabajar desde la oficina. Trabajar con apoyo en las tareas domésticas no es lo mismo que trabajar, cuidar niños, hacer el aseo y además, ser profesor  de los hijos…todo, al mismo tiempo. Que padre y madre se turnen para trabajar , ser profesor, hacer aseo y cuidar niños, no es lo mismo que una mamá sola o un papá solo tengan que lidiar con todo esto a la vez. Trabajar desde la casa no es solo cambiar el espacio físico para hacer lo mismo que en la oficina. En tiempos de pandemia, se deben reducir las expectativas de logro, objetivos y tiempo de las exigencias laborales puesto que en la casa no están las  mismas condiciones  para que trabajadores que cuidan a sus hijos estén sometidos a las exigencias… como si sus empleados fueran inmunes a los contextos.

 

-       Que los padres y sus amigos les regalen a sus hijos y a los hijos de sus amigos un rato de una video llamada  o que reemplacen el zoom party con los amigos y amigas para reunirse con los hijos de esos amigos y amigas contándoles lo que hace la amiga médico, o el papá ingeniero o actor, o la historia de cómo ese amigo de papá aprendió a nadar o a andar en bicicleta o le enseñe a hacer collares con fideos o a tocar la armónica o la flauta…o la historia de esas mamás científicas que desde pequeñas se interesaron por cómo ocurrían los fenómenos de la naturaleza o del espacio.

 

Si la pandemia nos afecta a todos y todas…es con el aporte de cada uno de nosotros, desde el lugar que nos toque estar, que podremos salir adelante. Como una comunidad global, consciente de la interdependencia y de la conexión que perdió la transparencia en estos días. Porque hoy como nunca constatamos que el mundo es un sistema dinámico no lineal y que el “efecto mariposa” nos ha mostrado como un virus, cual efecto de las alas de una mariposa, se puede sentir al otro lado del mundo.

 

Ps. M. Fernanda Araya

Ps. Claudia Cáceres Pérez

Unidad de Terapia Familiar en Procesos de Separación y Familias

Ensambladas.

Instituto Chileno de  Terapia Familiar.

 

2 comentarios:

Patricia dijo...

Me encantó la reflexión y las propuestas con sentido.
Gracias por el aporte!!

PsCaroAcuña dijo...

Muy buen artículo, claro y preciso!