El fenómeno del consumo de drogas y/o alcohol es un tema
que nos atañe a todos como sociedad y tanto el Estado como las sociedades
científicas, dedican esfuerzos y recursos para la prevención, tratamiento y
control de este tema.
Debido a su complejidad, es necesario tener un acercamiento
que contemple las distintas aristas tanto a nivel individual, familiar y
social. Inevitablemente, el acercamiento al tema va a estar influido por las
preconcepciones respecto a lo “normal” y “anormal”, “consumo problemático” o
“no problemático”, y si éste reside en la biología, la personalidad, en la
familia, los amigos, el barrio, etc.
Quisieramos compartir algunas ideas que han sido
desarrolladas como parte del trabajo clínico de la Unidad de Familia y Consumo
Problemático de Drogas del ICHTF (UDRO).
Para empezar, sostenemos que elegir una orientación
sistémica-relacional, no descarta los componentes genéticos, biológicos o de
personalidad que están presentes en la etiología y mantenimiento del consumo de
drogas o alcohol. Sin embargo, nuestro enfoque está centrado en que la adicción
se desarrolla en el contexto familiar y con frecuencia puede reflejar o cursar
en paralelo a otras dificultades familiares.
Entonces, ¿Cómo
es el abordaje que hacemos como terapeutas familiares en las situaciones en que
un miembro de la familia presenta consumo problemático de sustancias?
Como se mencionaba, ya que el consumo problemático de
alcohol o drogas no es visto como algo que reside en la persona o en su
“psique”, sino que en la forma en que ha sido manejado por la propia persona y
sus seres significativos, la persistencia del consumo está relacionado con las
cosas que hacen o dejan de hacer individuos y familias, en función de la
eliminación del consumo. Las conductas desplegadas entre los miembros de la
familia —que finalmente se transforman en pautas repetitivas de interacción— y
las creencias asociadas a éstas, son el foco primario de nuestro abordaje. Cabe
mencionar que mientras las personas se enfrascan en eliminar el consumo, la
persona (que consume) termina siendo vista como “el problema” (en este caso,
como adicto, mentiroso, manipulador, irresponsable, etc.) lo cual genera una
sensación de no ser comprendido y usualmente, el sentimiento de que lo quieren
controlar, atacar, o que no es querido o valorado. En esta dinámica suele
ocurrir también, que los vínculos al interior de la familia se van
deteriorando, con el subsecuente sentimiento de aislamiento por parte del que
consume, así como de los otros miembros de la familia.
¿Por qué trabajar con la familia?
Habitualmente, los propios consumidores no son los que
solicitan la atención de un especialista, sino que es algún familiar (madre,
pareja, incluso los hijos) los que “lo llevan” a tratamiento. Un rasgo
característico en las personas que consumen, es que no reconocen la existencia
de un problema con el consumo de sustancias (desde cierta perspectiva clínica
individual, se dice que no tienen consciencia de enferemedad). Por esta razón,
la terapia puede iniciarse, aún cuando la persona que consume no quiera asistir
a la sesión, ya que en la medida en que los familiares realicen cambios en la
manera de abordar la situación, esto generará algún impacto en la dinámica del
sujeto con la sustancia.
Las literatura especializada avala esto, se ha observado
que la incorporación de la familia en el tratamiento, importa mayores tasas de
permanencia y compromiso con el mismo, así como se ha encontrado, mejores
resultados en comparación con las orientaciones individuales.
Otro punto a mencionar, es el hecho que, comúnmente, no
sólo la persona que consume presenta una sensación de desesperanza —ya que “han
intentado varias maneras y nada da resultados”— sino que también los familiares
llegan a tener la sensación de que “no hay más que hacer”. Ante esto, aparece
como alternativa de solución internarse en una clínica/hospital psiquiátrico
(para desintoxicarse) o alejarse por un tiempo (en una comunidad terapéutica)
para poder “sanarse”.
Experimentación y consumo de drogas
Un elemento importante en el análisis de las conductas de
uso y uso problemático de drogas, es que la “aparición del consumo” se realiza
a menudo en la adolescencia. Esto se relaciona con temas propios de esta etapa:
la tendencia exploratoria característica, motivada no sólo por la curiosidad,
sino también por el deseo de desafiar a los adultos y sus prohibiciones; una
mayor influencia del grupo de pares; el proceso de definición de la identidad,
entre otras. Además pueden influir, el aplazamiento de la independencia de los
jóvenes de la familia a causa de contingencias sociales (ocupacionales y
habitacionales), la mayor escolarización o la “hipercompetencia” de muchos
padres, que no renuncian a su rol de omnipotentes protectores de los hijos,
incluso cuando estos últimos hace tiempo que han superado la niñez. Esta
dilatación del período de la dependencia de los padres, facilita la adherencia
del hijo en las vicisitudes paternas, retrasando así, la desvinculación y la
autorresponsabilización.
Un tema relevante para nosotros, se relaciona con lo que en
la literatura se ha denominado pseudoindividuación. Ésto hace referencia a que
la persona que presenta un consumo problemático de drogas, está atrapado en un
dilema. Por una parte, sufre grandes presiones para permanecer estrechamente
ligado a la familia —debido a los conflictos familiares en los que juega un rol
importante y que asume que la familia podría derrumbarse sin su participación—
mientras que por otra parte, fuerzas socioculturales y biológicas lo incitan a
establecer relaciones íntimas fuera del ámbito familiar.
En un nivel, el adicto ayuda a regular la tensión entre los
padres, pero en otro, establece un patrón de ida y vuelta entre sus pares y su
hogar. Paradójicamente, mientras mayor es su vinculación con el grupo de pares
(externo a su familia) mayor es su indefensión porque se vincula más con las
drogas y de esa manera aumenta su adicción o su “enfermedad” que lo liga a la
familia.
La individuación, requiere resolver ambos temas en el seno
familiar, el de la pertenencia y el de la autonomía. Resolver el tema de la
pertenencia, permite resolver sanamente el de la autonomía. Si no se resuelve
el tema de la pertenencia en la familia, el proceso de autonomía es
conflictivo. El individuo se vuelca al grupo de pares, para resolver los temas
de pertenencia que no pudo tramitar en su familia, relacionándose con grupos
similares a él (que están en la misma situación de conflicto sobre estos
temas), y dentro del grupo no puede manifestar sus necesidades de autonomía
(pues amenaza el vínculo y deviene en angustia a la soledad y el abandono o
aislamiento).
De esta manera, las necesidades de pertenencia se buscan
satisfacer en el grupo de pares, y en la familia sólo se manifiestan las necesidades
de autonomía. Se tensionan las relaciones en la familia, pues disocia estas
necesidades Esta intensificación de los conflictos al interior de la familia,
disminuye las posibilidades de resolver temas de pertenencia en este espacio, y
se refuerza el vuelco al grupo de pares como opción para la satisfacción de
esta necesidad.
Sobre estas dinámicas y el modo de abordarlas terapéuticamente es que trata la
JornadaClínica que desarrollaremos los días Viernes 5
y Sábado 6 de Julio en el Instituto Chileno de Terapia Familiar en Av. Larraín
6925, La Reina.
Desarrollaremos el modelo con el que hemos venido trabajando en la UDRO y
trabajaremos con video y viñetas de sesiones de terapia familiar.
Específicamente abordaremos el tema de los impasses o dificultades con las que
se enfrenta el terapeuta familiar en el trabajo con este tipo de familias, y el
modo de resolución de dichos impasses. Quedan cordialmente invitados a participar
de esta
Jornada.
Para inscribirse en la Jornada Clínica:
"Impasses
en la terapia familiar con un miembro que presenta consumo de drogas". pinche aquí
Equipo UDRO, Instituto Chileno de Terapia Familiar
Ps. Eduardo Nicholls, Coordinador
Ps. Mauricio Cuevas
Ps. Carla Giavio
Ps. Christiane Kramer
Ps. Juanita Montes
Ps. Josefina Reyman
No hay comentarios:
Publicar un comentario