domingo, 13 de junio de 2010

Los terremotos de la vida cotidiana y las otras réplicas

A más de tres meses del terremoto y maremoto la vida ha ido retomándose aún en los lugares más afectados. Esto no significa que la vida sea igual que antes. Es, en algún sentido, otra vida… en otro entorno, con otro paisaje físico y otro paisaje emocional. Algunos ya han dado vuelta la página y han seguido caminando, otros, todavía requieren tiempo y elaboración de lo vivido, especialmente quienes habitan lugares que ya no son los mismos. Quienes tienen que preguntarse al llegar a la esquina ¿qué calle es esta?, simplemente porque ya no reconocen su ciudad o su pueblo.

Algunos, probablemente quienes estuvieron más expuestos y han vivido más pérdidas, sólo han podido estructurarse escasamente o se han sobreestructurado de manera evitativa frente a la catástrofe que fracturó sus existencias.

Pero, en otros lugares, lejos de la zona “cero”, en las zonas en que nunca se temió por un maremoto, en las zonas en que sólo cuando se escuchó la radio se entendió que lo vivido era un terremoto, en las zonas en que la vida se retomó a los pocos días o al día siguiente y en las que la catástrofe se iba haciendo presente a través de las noticias, al ver las imágenes de la televisión……en esos lugares, el terremoto se ha hecho presente de manera invisible, incluso aunque no lo hubieran sentido por la lejanía del epicentro.

En la consulta, lejos de la catástrofe física, las familias y parejas van dando cuenta de las réplicas que este terremoto ha significado en sus vidas. No consultan por eso, no por miedo al terremoto, no por miedo a la muerte…..sino por las réplicas emocionales y relacionales que ha tenido para ellos. Consultan o plantean su importancia desde el replanteamiento que ha significado en sus vidas; desde la convicción surgida del remezón de que no vale la pena seguir viviendo cómo lo hacían hasta ese entonces y que ahora sí valía la pena enfrentar aquello que habían desestimado antes o que habían escondido bajo la alfombra ; desde las grietas que dejó en evidencia en sus relaciones; por los duelos incompletos que se reactualizaron y desde el miedo a seguir viviendo de un modo que se les ha visibilizado como profundamente insatisfactorio.

Una mujer que sube a buscar y proteger a sus hijos y no puede bajar hasta que el movimiento termina. Abrazando a sus tres hijos pequeños, en medio de la escalera, mira como su marido se pone a resguardo en el amplio jardín de la casa. El no intentó subir al dormitorio de los niños. Otra mujer recoge ropas y abrigo para sus hijos a 16 pisos del suelo mientras la tierra se contornea con brusquedad. El marido, paralizado por el miedo, no puede abrir la puerta para salir. Ambas mujeres piensan que esas imágenes representan las historias de sus vidas de pareja. Ambas deciden que no están dispuestas a que siga siendo así. Ambas llevan esta crisis a terapia para que cuando pase el miedo, éste no se lleve el deseo irrefrenable de ese momento de que esto cambie.

Una familia inmigrante en Chile desde un país latinoamericano y del que salen en busca de un país seguro. El deja a sus hijos en su país de origen con la madre de éstos y se viene con su pareja y los hijos de ella a buscar mejores oportunidades. ¿Qué queda de ese país seguro buscado?. El terremoto removió el alma de esta pareja y dejó al descubierto los apegos que no se habían reacomodado con la partida, las pérdidas de la inmigración. Dejó al descubierto los sentimientos de culpa y el dolor por los hijos dejados a miles de kilómetros de distancia, dejó en evidencia los temas silenciados entre ellos.

Un hombre, separado de su esposa, en medio del terremoto no duda en llegar a casa de ella para ver y acompañar a sus hijos. Un hombre que se encuentra con el lugar que tantos años ocupó, ocupado por otro. La pregunta ¿cuál es mi lugar ahora? y con esto, la obviedad de una etapa que se cierra y otra que se inicia y que necesariamente debe enfrentar.

Así como estas historias, son infinitas las historias de réplicas en la vida de este terremoto que nos remeció en lo profundo. La psicoterapia es un espacio privilegiado para convertir cada uno de estos terremotos de las vidas cotidianas en reales oportunidades de cambio y crecimiento. Porque si no vemos los duelos que hemos dejado inconclusos en nuestros caminos, no podremos construir con seguridad, y los pilares sobre los que se funda nuestro caminar se tornan frágiles.

Las relaciones que más se complicaron después de este remezón, fueron justamente aquellas que tenían grietas o fracturas que no habían sido vistas o reparadas y que quedaron dramáticamente al descubierto el 27 de Febrero y los días posteriores.

Lo único realmente malo de estas grietas sería que volvieran a ser tapadas e invisibilizadas. Porque, aunque no se vean, están presentes. No se ven, pero están y se expresan a través de dinámicas que constituyen síntomas y que se traducen en convivencias complicadas y que generan sufrimiento. ¿Qué de lo que les ocurre a las familias y parejas que nos consultan hoy tiene que ver de alguna manera con las réplicas emocionales del terremoto?, ¿cómo ayudarlos a integrar este episodio y a darle el valor de permitir sacar a flote aquello que estaba causando dolor y que no se veía?..¿cómo aprovechar todo aquello que se removió para trabajar terapéuticamente en pos de una mejor relación?.

El terremoto nos da pie para que la terapia sea un espacio para fortalecer las relaciones de pareja y de familia, ayudándolos a identificar todo aquello que cada uno hizo y que fue novedoso y bueno para alguien fuera o dentro de ella. Es la oportunidad para conversar de los sueños, los que tenían y los que quieren construir a partir de este momento, para conversar de los antiguos dolores silenciados y para compartir los temores, las inseguridades y las fortalezas. Da pie para la solidaridad al interior de la familia y la pareja y así, en estos diálogos construir seguridad y confianza. Aquello que no se pudo hacer, aquello que no se vio, podemos ayudarlos a convertirlos en la oportunidad de pedir perdón y renovar los compromisos con realismo. El espacio seguro de la terapia mitiga los miedos de compartir las propias miserias y las esperanzas. Todo lo sucedido sirve para seguir adelante y crecer.

Lo único que no sirve es….tapar y olvidar.

Claudia Cáceres.