jueves, 16 de septiembre de 2010

El sufrimiento de Chile


Ps. Edith Goldbeter-Merinfeld
(Traducción realizada por Ps. Claudia Manhey)

Chile ha sido bruscamente golpeado este año. Por un sismo en febrero de 2010 y por un derrumbamiento de mina que bloqueó a una treintena de mineros en un bolsillo de aire en el que están enterrados, viviendo ahí, sin su consentimiento.Estas catástrofes humanas produjeron muertos, traumatizados y tocaron a todo un país.

Voy a proponer algunas reflexiones sobre cada una de ellas y también sobre su impacto en conjunto.

Querría precisar que, aunque he tenido una práctica terapéutica que me ha hecho encontrar numerosas personas en duelo y traumatizadas, jamás he estado confrontada con una situación tan gigantesca como la que se vive actualmente en Chile, y mis reflexiones no pretenden entregar una visión realista y objetiva de este desastre.

Paul Watzlawick describió (Watzlawick y Hacker, 1988) que cuando le construyeron a la Nasa inmensos hangares para proteger los cohetes, se habría pensado que este tipo de refugios respondía a las mismas reglas que los sistemas más pequeños, provistos de un simple techo. Sin embargo, no fue el caso: En estos lugares cubiertos e inmensos, hubo turbulencias climáticas que jamás se manifestaban en los garajes de tamaño normal. Es decir, no podemos transponer modos de funcionamiento identificados en pequeños sistemas a sistemas mucho más gigantescos.

Seguiré entonces siendo prudente al evocar los efectos de traumatismos en grandes grupos sociales, evitando inferir automáticamente a partir de lo que pasa en una familia lo que sucedería en una institución confrontada a circunstancias "análogas".

Sea lo que sea, respecto al temblor de tierra y sus consecuencias - número de muertos entre los que algunos fueron en un principio declarados desaparecidos, las destrucciones de casas y de bienes-, no puedo abstenerme de asociar estos acontecimientos con lo que viven supervivientes de guerra…:No encontrar a los suyos, perderlos de manera brutal e inesperada, sin haber podido decirles adiós, sin estar seguros al principio que verdaderamente perecieron, deja un hoyo abierto en las generaciones y convierte el proceso de duelo en algo extremadamente difícil.

Las vivencias de los sobrevivientes pueden entonces ceder bajo preguntas diversas y lancinantes: ¿por qué les aconteció esto a ellos y no a mí?, ¿quizás habría tenido que explicarles antes esto o aquello?, ¿no debería haberme reconciliarme con ellos antes?, ¿habría podido salvarlos?… Es muy difícil avanzar en un proceso de duelo cuando tales preguntas están presentes y quedan sin respuestas, o a lo menos sin ecos…

Todas estas vidas que brutalmente se volcaron en la nada dejan tal vacío…

Si tales situaciones son enfrentadas por profesionales, su modo personal de aproximarse a las ausencias y su manera vivir los duelos pueden correr el riesgo de amplificar el malestar de los que les piden ayuda, o reforzar una pared de incomprensión y de ese modo instalar un sentimiento de injusticia.

El trabajo de "tutor profesional de resiliencia" (cf. Goldbeter-Merinfeld, 2010 b) es arduo y delicado. Se tratará para el terapeuta de lograr "abrir" la comunicación, es decir de permitir los intercambios de emociones en el seno de la familia. Esto significa también que este profesional esté dispuesto a oírlos, a aceptarlos (no puede calificarlos, o siquiera pensar en ellos como inadecuados, inconsistentes o inapropiados). Se trata entonces de respetarlos, aún cuando les serán propuestos reencuadres alternativos para ensanchar la relación que tiene con el entorno. De hecho es parte de la psicoterapia cambiar la relación con el entorno, abriendo más ampliamente la mirada y enriqueciendo desde ahí el paisaje observado... (Goldbeter-Merinfeld, 2010 a)

Me gustaría destacar otro punto: La guerra, como la injusticia de ciertas desapariciones y muertes, es algo que Chile ya sufrió bajo la dictadura. Pero por lo menos hubo un enemigo designado que pudo más tarde transformarse en el objeto de cóleras, de venganzas, aunque fuera sólo en un nivel fantasmal. Esto permitió a algunos expresar la cólera, los reproches y la frustración. Sabemos (cf. Bowen, 1976, y su noción de sistema comunicacional abierto) que la posibilidad de expresar los sentimientos a los cercanos respecto a la muerte de un ser querido facilita el proceso de duelo (cf. Goldbeter-Merinfeld, 2003).

¿Pero en este caso, quiénes son estos "enemigos designados"? ¿La Tierra y sus fallas? ¿El estado que debería haber alejado a la población de estos lugares?- ¿Pero, no es todo el país un lugar donde tales riesgos existen? Podemos preguntarnos si la impotencia de encontrar un blanco responsable no es aquí un factor agravante y si la reflexión de los interventores no debiera profundizar en estas nociones y en las alternativas posibles…

Las reparaciones de todo orden muestran que otros, en el país o en el extranjero, comprendieron el perjuicio y su injusticia, pero éstas guardarán siempre un gusto de "demasiado tarde": demasiado tarde porque el mal está hecho, demasiado tarde porque algunos no se beneficiarán de eso, y porque es demasiado tarde para algunos…

Esto no impide que sea preciso ayudar a los sobrevivientes a aceptar su sobrevivencia, que establezcan rituales para dar el peso a los ausentes, a desplegar lugares hasta simbólicos a los que puedan dirigirse y avanzar en sus intercambios; a esos lugares personalizados se les pueden depositar memorias que permitirán a los deudos abrirse lentamente un camino hacia la recuperación de la confianza en la vida…

Además de las pérdidas de vidas humanas, las casas destruidas y los bienes aniquilados provocan otros duelos que hay que hacer: los de haber tenido un buen pasar adquirido gracias al trabajo y a los esfuerzos diarios, y que habían entregado un sentido seguridad respecto del futuro. Esta vía segura se rompió para desembocar en la miseria y la incertidumbre. Cómo caer a cero o bajo de cero, habiendo sido despojado, ya que el entusiasmo y los recursos físicos del comienzo, que habían sostenido los esfuerzos con vistas a alcanzar este bienestar relativo, ahora están ausentes, saqueados por la tristeza, la depresión o la edad…

La vivienda, más allá de la base de seguridad que ofrece, es también el lugar donde están guardadas las memorias - las fotos, las cartas, los objetos guardados de otras generaciones, los legados, los regalos – es decir las huellas de filiación y de pertenencia. Cuando esos rastros preciosos de la historia desaparecen, ¿cómo construir un futuro si no ya no se cuenta con su apoyo? Es aquí dónde se vuelve preciso ayudar a estos sobrevivientes a recoger sus cuentos del pasado, sus descripciones de los miembros desaparecidos, de reunirlos en un escrito para concretar un rastro transmisible a las generaciones futuras. Estos cuentos materializados no deberían sólo contener las fotos de las ruinas del sismo, sino también los cuentos respecto a los acontecimientos que precedieron el terremoto, y también los que se remontan lo más lejos posible en el pasado.

Los interventores psicosociales que encuentran a estos sobrevivientes pueden transformarse en tutores de resiliencia o intentar serlo con el fin de favorecer un salto que permita una bifurcación respecto a la vía fijada por las vivencias post-traumáticas. Esto significa que los terapeutas crean en la posibilidad de un reencuadre en la manera que ellos contemplan el futuro. Y aquí, sólo puedo recordar cuánto la noción de trabajo de duelo, la capacidad de hacer el duelo del futuro es la esencial, y es esta faceta del duelo la que el interventor tendrá que flexibilizar en primer lugar… (Goldbeter-Merinfeld, 2003)

Otro acontecimiento conmueve actualmente Chile: los mineros sepultados. Acabo de leer en la prensa que cinco de ellos se aislaron y parecen deprimirse…

No olvidemos que si bien esta treintena de mineros siente la solidaridad del pueblo hacia ellos, y también de extranjeros, siguen encerrados en un contexto particular: el contraste entre el día y la noche no es perceptible sino sólo por sus sensaciones corporales y por las informaciones que vienen del exterior. No gozan del beneficio de la luz de día. Conocemos el efecto antidepresivo de esta luz. Además, el tiempo (hablamos de tres o cuatro meses) que todavía deberán pasar bajo tierra antes de ser socorridos, es enorme y puede gastar el ánimo. La familia, los cercanos y las costumbres de vida y rituales diarios están fuera de su alcance, cuando estos elementos son los que contribuyen para nuestra seguridad y estabilidad. Estos hombres están pues, en un desequilibrio completo con relación a su modo de vida acostumbrado. Es aquí dónde la fuerza del grupo, la organización del sistema debe crear formas de apoyo alternativo.

Pudimos también comprobar los recursos del sistema de estos mineros creado sobre las bases de una reclusión forzada: organizaron una vida bajo tierra, con reglas y rituales, mostrando al mismo tiempo los tesoros de "salud" de lo humano. Pero no sabemos cómo este sistema evolucionará en el tiempo…

Estos hombres saldrán en todo caso diferentes de lo que eran al entrar. Tendrán, a su salida que readaptarse al mundo exterior, aunque sueñen ahora con este momento, necesitarán nuevas cualidades adaptativas, lo que representará para algunos un esfuerzo doloroso incluso inalcanzable. Sus cercanos se habrán acostumbrado en vivir con un ausente presente, pues habrán cambiado también y anticipado a su manera lo que pasará a su vuelta… Los cercanos pues tendrán que readaptarse también a este nuevo hombre formado a partir de la experiencia del encerramiento y del grupo…

Será posiblemente necesario contemplar un trabajo de duelo de lo que habrá sido para el minero un capullo, su matriz subterránea. La confrontación a las realidades del diario vivir en el exterior, de los niños, de la pareja, los parientes, del trabajo, de la vida social en general ya no tendrá ni el mismo sentido ni el mismo gusto que antes del encierro. Además, esta realidad será comparada con la situación que habrán soñado sin duda durante todo el tiempo de reclusión…y esto será recíprocamente vivido por los cercanos…

Estos dos acontecimientos conmovedores que son el terremoto y el derrumbamiento de la mina que encerró a los mineros, marcando las trayectorias de sus participantes y de los testigos próximos, habrán perturbado el curso del tiempo: sus anticipaciones del futuro concebidas antes de estos acontecimientos se habrán revelado insensatas y ajenas; nuevas visiones del futuro, articuladas sobre las vivencias traumáticas corren el riesgo de ser difíciles de instaurar o generar. Todo un trabajo debería hacerse (con o sin ayuda) para permitir a las familias tocadas de hacer sus duelos diversos y de construir una nueva vía.

martes, 7 de septiembre de 2010

Una lección acerca de los recursos y las posibilidades

La semana pasada dos de mis hijos tuvieron la increíble oportunidad de estar en una conferencia que dio Nik Vujicic en el Saint George´s College, donde estudian. Para quienes no saben quién es él, basta con decir que es un hombre australiano, de 23 años de edad, que nació sin brazos ni piernas, que recorre el mundo dando conferencias motivacionales acerca del sentido de la vida y que lo puden ver en algunos videos buceando, haciendo surf, andando en skate y jugandoa la pelota.

Mientras estudiaba ciencias con mi hijo de 10 años me acordé que él había estado durante la mañana en la conferencia , entonces le pregunté entusiasmada, cómo le había ido. Mi hija de 8 años, que escuchaba esta conversación, interrumpió y preguntó: ¿quién es él?. Yo le dije."es un invalido....." y me detuve ante la cara entre extrañada y horrorizada de mi hijo que me dijo: "mamá...no es un inválido, es sólo un hombre que no tiene extremidades".

Han pasado los días y no dejo de emocionarme con este recuerdo. Una gran lección. El concepto de invalidez dejó de ser transparente y cambió de significado. No basta nacer sin brazos ni piernas para ser inválido. De hecho, se puede tener las extremidades, no tener ninguna limitación física, y ser inválido.

Este hombre ...y mi hijo..me han hecho preguntarme qué hace que una persona viva como un impedimento una limitación o, qué hace que una persona viva y se defina más allá de las limitaciones y dificultades que la vida le ha puesto por delante.

Pienso entonces en la familia que tiene que haber detrás de este hombre y en la capacidad de ésta de amar. Amar en el sentido en que Maturana lo plantea. “El amor constituye el espacio de conductas que aceptan al otro como un legítimo otro en la convivencia”. Es así como, la ausencia del amor, lleva al rechazo y viceversa.
En la experiencia del amor, la corporalidad es secundaria, pues "nuestra corporalidad nos constituye, y, el cuerpo no nos limita, sino que nos posibilita...es a través de nuestra realización como seres vivos que somos seres conscientes, que existen en el lenguaje" (Maturana, 1990)

¿Cuáles habrán sido los diálogos de los padres cuando supieron que su hijo nacería sin piernas ni brazos para decidir que era un hijo que querían tener?, ¿cuáles habrán sido los diálogos entre ellos y su hijo para transmitirle a éste que él era un legítimo otro y que su existencia no pasaba por su particular corporalidad?, ¿cuáles habrán sido los diálogos internos de este hombre para decidir seguir adelante con su vida y hacer de ella un símbolo de esfuerzo, de superación, de confianza y de Fe?

En estos días he compartido esta historia y esta experiencia con algunos de mis pacientes, especialmente con aquellos que han hecho de sus limitaciones un impedimento o que han tenido ganas de “tirar la toalla” . Esta historia me ha permitido volver a centrarme en uno de los núcleos fundamentales de la terapia familiar y una de las razones más importantes de por qué seguí ese camino, como creo, ha sido razón para otros muchos: los recursos y las potencialidades de las personas, las familias, las parejas y los sistemas en general.

Vujicic, su familia, y probablemente toda la red que ha estado en torno a él nos recuerdan que, cómo dice él…”Lo único que realmente se necesita para levantarse es tener la cabeza”. Pero, no importa sólo la cabeza física, sino que tan importante como ella son las ideas que tenemos dentro de ella. Si pensamos, si nos pensamos sólo desde el déficit, si nuestra ideología es que los déficits, físicos, emocionales o sociales nos determinan, seremos inválidos o semi inválidos.. al menos. Si nos pensamos como seres humanos, llenos de fortalezas y con algunos déficits, podremos “levantarnos”, sostenidos en nuestros recursos y potencialidades.

Los invito, especialmente a quienes no conocen a Vujicic, a ver un corto reportaje hecho en un canal de TV de su visita al Saint George´s.

http://tele13.13.cl/noticias/reporteros/20484.htm

Ps. Claudia Cáceres

lunes, 6 de septiembre de 2010

En torno al accidente en la mina San José

El derrumbe de la mina San José, con sus 33 mineros atrapados, ha causado conmoción a nivel nacional e internacional. Ya pasado un mes del accidente con ellos vivos, se trabaja en el rescate definitivo.

Llama la atención el trabajo en equipo desplegado, la innovación, la búsqueda de alternativas creativas para ayudar a los atrapados y a sus familiares. Quizás pocas veces hemos presenciado cómo los distintos sistemas (individuos, familias, personal de la mina San José, Ministerio del trabajo, de Salud, etc.), han debido interactuar en forma organizada, flexible y fuera de sus contextos habituales.

Lamentablemente pareciera ser que sólo cuando nos enfrentamos con la emergencia de un drama humano como el de la mina San José, en que había alta probabilidad de encontrar muertos a los mineros, somos capaces de articularnos de un modo coordinado y eficiente, lo que no es usual en nuestro país.

La pregunta que cabe es cómo podemos desarrollar un trabajo integrado en equipo con distintas instancias e instituciones que permitan no sólo poder apoyar en situaciones de crisis, sino también en la planificación y prevención, aportando la experiencia de años de trabajo con familias y otros sistemas.

En este caso en particular, se puede buscar la forma de colaborar en la elaboración de la experiencia vivida a nivel personal y familiar, tanto de los mineros atrapados, como de sus familiares. Sabemos de la necesidad de elaborar esta vivencia traumática para que puedan continuar con su vida en forma sana.También podríamos colaborar facilitando el proceso de re-inserción familiar. Estas y otras acciones forman parte de nuestro quehacer como terapeutas familiares.

El tema es ¿cómo podemos aportar como institución?. Dando indicaciones a distancia, supervisando a otros equipos, sumándonos a otros profesionales de la salud mental. La pregunta no es sólo relativa al accidente en la mina San José, sino que nos abre un campo de acción-intervención con otros sistemas-instituciones.

Cabe pensar si queremos intervenir en otros contextos, no sólo en el espacio de las consultas. El derrumbe de la mina San José ha dado cuenta de la precariedad en múltiples nivles que existe en nuestro país. También el terremoto nos lo recordó hace poco. La situación que se está viviendo en el norte es un ejemplo de que se pueden coordinarequipos inter y multidisciplinarios, en post de un logro mayor.

Sin embargo, ojalá no fuera sólo en las urgencias que nos movilizáramos. Saber que detrás de dramas como el de la mina San José existían debilidades y déficits en el funcionamiento previo, no abordados con antelación. Desde esta situación, también constatada en los talleres realizados al personal de salud en razón del terremoto-maremoto, quizás podamos reflexionar acerca de cómo ampliar los aportes que a nivel individual, de las unidades de especialización y como institución podemos realizar a la salud mental y familiar de los chilenos.Pudiera ser a través de asesorías, tabajos de planificación preventiva, intervenciones familiares, grupales, y otras que podamos construir en conjunto, para de este modo contribuir a instalar conductas de autocuidado personal, familiar e institucional tan escasas en nuestro país.

Ps. Susana Chauriye Aguad