Nunca he sabido por qué los libros se “lanzan” en vez de entregarse, de lugar de ser acogidos, protegidos.
jueves, 31 de julio de 2014
Palabras sobre el libro Sin Paréntesis
Agradezco en primer lugar a la familia de
Carla, al editor de este libro -con doble militancia, por cierto-, y a
Editorial Catalonia la posibilidad de decir algunas palabras a la hora
del lanzamiento de Sin Paréntesis.
Nunca he sabido por qué los libros se “lanzan” en vez de entregarse, de lugar de ser acogidos, protegidos.
Quizá es que los libros son como los hijos,
que se lanzan como una flecha sin destino claro al momento de nacer, sin que
sepamos qué curso tomarán.
He leído este libro con atención y recogimiento,
como quien escucha cierta música: primero, suena una breve obertura; luego un
dúo, al que de inmediato le sigue un solo a
capella; después un trío y al final una
coda, como la llama el propio editor. Curioso como texto musical, válido como
metáfora. Al terminar la escucha-lectura, emerge una sensación de armonía espléndida.
Este libro plural, polifónico y complejo en su arquitectura, ejecutado a varias
manos, texturado a la vez que sencillo, es como la suma de Carla. Simple,
inmediata y verdadera en su risa; compleja y profunda en su mirada, en su
búsqueda. Carla fue vertical como su nombre, horizontal como su vida.
Admiro, amo y también temo, la capacidad y coraje
de los padres de Carla. Fanny y Mario producen un texto que relata de manera sincera
y profunda la evolución de esa hija enfrentada al último de los dilemas, pero
además a su antesala: la enfermedad y el dolor; el tránsito vivido por ella, y también
por ellos, aunque no lo digan por pudor o por prudencia. Pero que además dibuja
en respetuosos y delicados trazos el proceso de encuentro con aquellas nuevas
ideas, posibilidades, caminos y vidas por las que anduvo Carla en esos años
finales. Estos padres componen un dúo –de cuerdas, imagino-. Y que, a través de
sonoridades melancólicas aunque vibrantes,
intensas, nos hacen partícipes de cada paso vivido por Carla desde el
diagnóstico hasta el fin.
Cuando decía que también temo, no hablo de mi
muerte. Temo a la sola posibilidad de experimentar lo mismo que ellos. Adhiero a
ese temor de las madres y los padres cuyas propias muertes se retrasan ante la
muerte de sus hijos. Cuántas veces vinieron ellos, Mario, Fanny, a despedir a
este mismo lugar y a tantos otros lugares como este, a los hijos e hijas que exterminó
de manera brutal el Terror y el odio implacables.
Pero entonces no quedaba más que pensar en la vida posible, en la futura vida. Intentábamos
entonces vivir, amando y rescatando cada minuto, aferrándonos a los nuestros y
a ciertos ideales.
Aunque no fueron mis profesores en la
academia, la Fanny y el Mario fueron un ejemplo de consistencia y valor, siempre
estaban en la primera línea de rechazo y de combate frente a la dictadura,
literalmente. Andar cerca de ellos en la calle –algunas veces lo hice-, era
siempre sinónimo de recibir al guanaco o al zorrillo en las calzadas de esta ciudad
de entonces, amarga, sitiada, estrecha y fría.
…
Una risa conocida da comienzo a una sesión en
que se afinan los instrumentos, el ambiente es distendido: puede ser jazz. Pero
la consigna es clara: los instrumentos estarán en silencio. La voz ataca de una
sola vez, sin lugar a calentar la garganta; se asemeja a una antigua cantante
de blues, aunque a veces suene a una de fados. El silencio ahora es completo,
excepto su voz. Carla emprenderá cuatro temas, uno por año de enfermedad, más
un tema final de reflexión. Los entendidos intentarán descifrar el ritmo, el
registro. Pero, Carla sigue teniendo un ritmo propio, indefinible, singular
hasta siempre. Inventa temas ya tratados hasta el cansancio y los revierte, dejándolos
como recién creados. Y es que ella está ahí, donde las papas queman, como
siempre. Pero al mismo tiempo está pensando, creando, imaginando, creyendo. Y
después, meditando. O antes, durante. Y después también.
Me recuerda la lectura de Carla a algunas que
he hecho de Susan Sontag, una autora norteamericana ya fallecida hace años. Escritora
lúcida y a contracorriente, necesitó dos cánceres para morir. La Sontag,
ensayista y novelista espléndida, me enseñó más cosas que mis lecturas
especializadas sobre la enfermedad y sobre el morir, y que me siguen siendo
útiles para mi trabajo con pacientes, parejas y familias con miembros afectados
de cáncer u otras enfermedades terminales. Estoy seguro que así me servirá este
libro también, como no me cabe que servirá en mi vida. No se trata de una lucha;
no es este un conflicto bélico, decía Sontag. Aquí no hay misiles, no hay
tanques, no hay aviones de combate; tampoco hay lucha cuerpo a cuerpo. Hay un
cuerpo afectado- eso sí-, latidos diferentes, crecimientos inesperados, sistemas que se des-diferencian de modo
inapropiado, que se tornan ajenos; alguna región de la comarca envía mensajes erroneos,
y proliferan en un territorio indebido. Tanto
Carla como Sontag divulgan una manera similar de apropiarse de la enfermedad,
marcando la diferencia con del saber habitual. La enfermedad, tanto como la
muerte, nos es propia, parecen decir a coro. El tumor hace parte de nosotros y
nos constituye. La enfermedad no es externa. Nos hace parte. Pero no somos
capaces de eliminarla con la sola voluntad. Tampoco la producimos, eso no. Eso
sí que no.
El tiempo es implacable, y me avisan que se
agota. No alcanzaré a hablar in extenso de ese trío hermoso que antecede a la coda. Tampoco de la
coda. Pero bueno. Para eso está el libro.
Las palabras de los presentadores son arrastradas con el viento de este
invierno, lentas, pero definitivas.
Queda el peso, la sustancia y ese maravilloso
aroma a tinta fresca que acompaña a los libros liberados, recién lanzados a la
vida. Vivos.
Gracias.
Rodrigo Erazo (Julio de 2014)
martes, 1 de julio de 2014
Abuso y Trauma Relacional; a propósito del seminario Ackerman de mayo 2014:
Este mayo nos acaba de visitar Fiona True, quien nos
habló y ante todo compartió un modo de estar en terapia esperanzador frente a situaciones
de trauma relacional severos, como es el caso de situaciones de abuso sexual
intrafamiliar. Mostrándonos didáctica y
amorosamente que es posible estar allí
para el otro, para las familias que consultan y/o son derivadas, de un modo
generoso, protector, dignificando y honrando la vida y la complejidad de las
relaciones humanas.
Fiona compartió con nosotros su quehacer, señalando
como trauma, toda aquella experiencia en
que un niño/ niña (cualquier persona), siente que su seguridad emocional ha sido rota
por la ausencia de cuidado de quienes se espera lo protejan, en que se
traicionan la confianzas y/o se rompen las conexiones familiares seguras. Nos
plantea desde el inicio de la jornada uno de los dilemas y desafíos de la
terapia en este contexto: generar conexiones y re conectar, a través de una
mirada comprensiva.
Respecto de situaciones de abuso sexual, Fiona nos
plantea diversos dilemas: las familias viven una intensa vergüenza por lo
sucedido, por la perpetración del abuso,
se preguntan qué ocurrió, por qué no se pudo cuidar a los más vulnerables, generando
como defensa la negación y una tendencia al silencio. El desafío es hacer
emerger historias de dignidad en estas familias, integrar historias de orgullo,
en que puedan verse y reconocerse no solo a través del abuso sexual, sino a
través de diversos otros lentes, otras
perspectivas, sin dejar de considerar la situación traumática. Como terapeutas señala “le préstamos lenguaje a las familias...” para lo cual les ha sido muy útil la mirada narrativa, que
implica salirse del paradigma víctima / perpetrador, ver los diversos aspectos
del otro, ver en el perpetrador al otro con toda su historia de vida, conocerlo
más allá del abuso, conocer aquello señalado como “portarse bien” en el relato de los niños y
sostener la complejidad de que se puede sentir afecto y odio a la vez.
En el espacio terapéutico propone el uso de diálogo de decisiones, desarrollado en
el Instituto Ackerman de NY junto a M.
Sheinberg y su equipo. En el proceso terapéutico se integran sesiones individuales
con sesiones familiares, dentro del marco sistémico. Desarrollaron esta
modalidad al advertir que si bien los niños tenían un espacio privado, no
querían hablar; mientras más preguntas se les formulaban, más riesgo de que se sintieran bajo coerción. Por tanto, se
plantearon cómo generar espacios de integración sin ser coercitivos, generando
diálogos de decisiones en que se definía con el niño-niña qué era pertinente compartir
con la familia y qué no, cómo y cuándo hacerlo. Conversar de lo que era posible
hablar, que preocuparía de hacerlo, de
contarlo a la familia y de llevarlo a cabo, honrando así el espacio familiar y el apego.
En este proceso terapéutico de diálogo de decisiones,
el objetivo de la terapias con los niños
es que tengan voz, un espacio que de cabida a sus voces sin que se sientan presionados,
que sean escuchados e invitados a hablar desde una polifonía, donde no sólo este presente la voz del trauma,
promoviendo de esta manera, el sentido
de agencia.
Con los padres, el objetivo es procesar la situación
traumática y generar narrativas para aquello, de modo que puedan acoger al niño.
Suele ocurrir que aquella madre que no
supo o no pudo proteger, está en su propio estado de shock sin una narrativa
coherente, por lo que también necesita tener un tiempo y espacio para
elaborarlo.
Otro dilema que nos contó, fue el que implicaba salirse
del esquema terapéutico que incorporaba el tema del perdón como un hecho
constitutivo del proceso y/o instalado prematuramente, donde el niño debía
perdonar, lo que resultaba un tanto incongruente. Plantea la cautela y
paciencia inicial frente al perpetrador, al que hay que conocer, en espacios
diferidos del niño/a, entrevistándolo
con empatía, para abordar lo que pensaron y sintieron, para luego intentar que logren hacerlo desde la
perspectiva del niño o niña, de cómo lo vivió, considerando esto, como un proceso
lento.
Compartió con nosotros diversas viñetas clínicas (videos) que ilustraban
el proceso de terapia. Conmovedor fue el
uso de diálogo de decisiones en un caso clínico de abuso sexual, una historia dolorosa, con escenas muy
emotivas, en que el foco estaba, a través de diálogos diversos, en la
contención y reconexión de la relación materno filial, por cuanto la
transgresión de la sexualidad se filtró en la relación madre e hija. Rescatando
además desde el relato de la niña y a través de sus ojos, al padrastro, más
allá del trauma, destacando lo positivo que recordaba de éste. Escenas
terapéuticas en que nos enseñó a abordar
lo sucedido mas allá de los contenidos, a hablar sobre lo difícil que esto se
hace, a respetar el ritmo, aclarar que en el proceso de terapia no se está tras
la evidencia, que procura conectar lo sucedido y lo que piensan, con la emoción
asociada, abordando los dilemas del secreto, los entramados de la culpa, los temores
y la depreciación, integrando lo
construido en el espacio individual de
la niña y de la madre en un espacio común.
Nos mostró cómo esta madre estaba muy confusa,
avergonzada de no haberse percatado, de no ser protectora, y cómo la ayudó a
procesar el impacto de reconocer que se ha vivido con alguien que creía conocer y que hizo algo
inimaginable a una hija. Nos planteó como intervenir con el agresor, entender
qué es lo que evita, qué impide que tome la responsabilidad de los hechos. A
veces es tan avergonzaste asumirlo, que lo niegan recursivamente. Recordar que el
abuso sexual es el peor tabú, es lo que no
queremos ver a pesar de lo frecuente (una de cada cinco mujeres ha sido agredida sexualmente), nos induce a no estar
alerta, a minimizar.
Quienes asistimos al taller, tuvimos la oportunidad
de verla trabajar en una consultoría en vivo con una familia que presentó
generosa y amorosamente la terapeuta a cargo y su equipo. Una familia con
cuatro hijos, al momento de la sesión a cargo de la madre, que han sufrido en
los últimos años diversos traumas, entre ellos la pérdida reciente del padre. Fiona,
tras escuchar la historia, curiosea los motivos de supervisión señalado por la terapeuta,
toca sutilmente la persona del terapeuta consultándole si puede decirle qué le
sucede con la familia… Fiona escucha “la fantasía salvadora”, del deseo de llevarse
a los niños a casa y nos cuenta que cuando se topa con esta sensación, con este
deseo, se plantea para si la hipótesis de una parentalidad vulnerable, a la que
hay que estar atenta. Dice percibir un
sentimiento de caos y deseos de rescatar a los niños, tal vez de estar a cargo,
o de que alguien esté a cargo.
Antes de ver a la familia quiso saber cómo eran
antes de las vivencia traumáticas, saber
de sus fortalezas, de qué era posible hablar, de las relaciones entre ellos,
las redes familiares, qué sentimientos evocan las vivencias vividas, cuanto ha
sido o no compartido. Nos comenta que advierte que es una familia muy limitada
en esto de hablar, que actúan mucho y donde la hija pequeña ha sido protegida
al no ponerla al corriente de ciertos hitos dolorosos, aunque la pregunta es si
está protegida o no... Los contenidos son dolorosos… propone la técnica de hablar
acerca de “qué hablar”, “quién sería bueno para hablar”, “para quién sería más
fácil”, “qué podría ocurrir”, “qué significa para ellos comenzar a hablar”, “Si
esta familia hablara abiertamente de lo que sucede, quién se preocuparía más”, “a
quién le ayudaría aquello”. Así sacar
fuera poco a poco algunos de los temores. Consulta con la terapeuta como
estructurar la sesión, le interesa cuidar la alianza terapéutica, sabiéndose
ella una visitante, la invita a desarrollar en sesión diálogo colaborativo,
recordando a Tom Andersen.
En sesión la observamos presentarse, transparentar
con la familia la información que ha recibido y el deseo de conocer otros
aspectos, como por ejemplo, aspectos de la familia de los cuales están o se
sientan orgullosos, consulta a la madre y a cada uno de los hijos, a través de
preguntas relacionales, incorporando y honrando la figura del padre, llegando
al diálogo respecto a qué es posible hablar, que temores albergan , que supuestos
manejan, cuales comparten, emergiendo el temor del hijo de perder a su madre,
valida los temores por cuanto frente a la vivencia de traumas el temor es muy presente, uno procura que la
vida sea predecible les señala Fiona, lo que a veces acentúa el control. Invita
amorosamente a la madre a ayudar a sus hijos a que acudan a ella, que conozcan
su fortaleza y no sólo su vulnerabilidad. Aborda la parentalización de una
manera delicada connotando la preocupación recíproca entre los hermanos. Les
devuelve a la familia su visión, un mensaje de esperanza comunicándoles su deseo:
que pudieran hablar más abiertamente de lo doloroso y que igualmente es posible
estar de pie y que eso no los hará colapsar, pues los advierte preocupados unos de otros, orgullosos,
agradeciéndoles la valentía de estar allí. La madre recoge la invitación a
hablar, consulta cómo y se la invita a la sesión siguiente para hablar de
temores así como posibilidades de
liberación y luego traer nuevamente al grupo. Plantea con la familia que al
parecer el dilema actual, el desafío
como grupo, es el de seguir conversando acerca de si mismo y sus
relaciones.
Las reflexiones con el equipo tras el espejo fueron
diversas, Fiona compartió en qué estaban sus pensamientos en sesión con la
terapeuta y el equipo, recibiendo su vez diversos comentarios que enriquecieron
y complejizaron la mirada de la familia y el proceso terapéutico. Como terapeuta vimos en acción aquello que nos comentó el
día anterior: facilitar la conexión
respetando y considerando la experiencia de la familia, sosteniendo una actitud
cálida, empática y auténtica, características que señala necesarias para el
terapeuta.
Y a mi parecer fue así como la vi, atenta, cercana,
respetuosa, curiosa del otro, procurando enriquecer perspectivas, que estas
perspectivas dialoguen entre si generando nuevos emergentes relacionales,
invitando a todos los integrantes de la familia a participar de las decisiones
de su vida y a mejorar sus vínculos… , fue una hermosa experiencia, y agradezco
a todos quienes en el IChTF hacen posible cada encuentro/seminario Ackerman .
Tamara Rivera Rei,
UNA IChTF,
junio 2014.
UNA IChTF,
junio 2014.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)