miércoles, 8 de junio de 2011

El Principito, el zorro y la Terapia Familiar con niños

La visita de Martha Edwards, docente del Instituto Ackerman de Nueva York, nos dio la oportunidad de poner una vez más la mirada en el trabajo con niños en la Terapia Familiar. Un gusto y muchas emociones al conocer y reconocer las innumerables posibilidades que da el juego para yudar a las familias a salir adelante.

".. Sólo se conoce lo que uno domestica – dijo el zorro. – Los hombres ya no tienen más tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombr
es no tienen más amigos. Si quieres un amigo, domestícame!
- Qué hay que hacer? – dijo el principito.
- Hay que ser
muy paciente – respondió el zorro. – Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente el principito regresó.
- Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; descubriré el precio
de la felicidad ! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Es bueno que haya ritos.
-¿ Qué es un rito ? – dijo el principito.

Un rito es comenzar este taller haciendo una síntesis de lo que nuestros docentes invitados nos dejaron el día anterior. Una síntesis que en realidad, es una buena excusa para esperar a quienes tienen dificultades para estar desde el inicio de la actividad y una manera de contarle, en este caso a Martha, algo de lo que ha surgido a partir de
sus palabras o de sus imágenes.

Yo no había pensado antes que el zorro sabía de apego…sabía que éste se construía de a poco, lentamente, que hay que ser paciente…probablemente entendía también que el exceso de ansiedad o confundir este proceso con una experiencia educativa no produciría cercanía. Que para el buen apego, para domesticar a otro, el lenguaje podría llegar a ser un obstáculo.

El zorro no necesitó de un terapeuta para domesticar al Principito, pero hay a quienes aún queriendo , esto les resulta trabajoso y no lo logran si no es con ayuda. Entonces aparecemos nosotros, los terapeutas familiares, para traducir a los padres de un modo que a ellos les resulte entendible lo que están sintiendo sus hijos y así, favorecer la conexión entre ellos. ¿puedes decirle a tu mamá qué se siente cuando Jesse hace esto?...”ella siente que a Ud. ella no le importa. A Ud. le puede importar, pero ella no lo siente”…”Ud. puede ayudarla a ver que ella a Ud. le importa”

El ritual de la terapia se convierte entonces en un espacio de encuentro, de conexión…algo así como una experiencia de interpretación diferida de lo que los niños dicen a sus padres en un lenguaje que no entienden o malinterpretan… El viejo axioma “todo comportamiento es comunicativo” cobra vida en la tremenda dimensión que tiene, especialmente cuando hablamos de niños.

¿qué le dicen los monstruos de Jesse a sus padres?. Así, de a poco, en el espacio terapéutico los padres van conociendo a sus hijos y los niños van pudiendo decir lo que necesitan directamente, hasta que pueden hacerlo sin necesidad de la traducción del terapeuta…”Es positivo que ella pueda ser directa con Ud.”. Padres e hijos, domesticándose…juntos.

…..Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te mira
ré de reojo y no dirás nada….. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca…. A veces ocurre naturalmente así. Otras, es necesario ayudar a que así sea. Porque nuestras historias personales, los aprendizajes, los miedos y la ansiedad se interponen para que podamos hacerlo de ese modo.
Buen día - dijo el zorro.
- Buen día – respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta pero no vio a nadie.- Estoy aquí – dijo la voz –, bajo el manzano...- Quién eres ? – dijo el principito. – Eres muy bonito...
- Soy un zorro – dijo el zorro.
- Ven a jugar conmigo – le propuso el principito. – Estoy tan triste...- No puedo jugar contigo – dijo el zorro. – No estoy domesticado


¿Por qué el zorro pensaba que era primero estar domesticado y
luego jugar?...Tal vez el zorro era un poco lineal. Claro, en 1943, cuando le petit prince fue publicado, Bertalanffy recién estaba desarrollando la Teoría General de Sistemas. Hoy podemos pensar que también es posible jugar para domesticar. Y que en la terapia, a través del juego, padres e hijos pueden domesticarse mutuamente.

Para esto, el terapeuta también tiene que poder jugar. Sentarse en el suelo para mirar a los ojos a un niño pequeño, compartir los pomodoros, zuchinis y cipollas, dibujar y creer que los animales, las brujas y los astronautas dicen lo que niños y adultos no pueden decir a través del lenguaje convencional. Porque no encuentran las palabras adecuadas, porque no tienen suficiente repertorio de palabras, porque tienen miedo a decir o simplemente porque no pueden digitalizar una experiencia emocional difícil o dolorosa.

Hoy quisimos iniciar este taller jugando, porque si somos capaces de jugar, podemos convertir el espacio terapéutico en un espacio creativo del que surjan las conexiones emocionales que en la racionalidad del mundo adulto, se intelectualizan y que pueden dejar fuera a un niño de dos años
que tiene dificultades para acercarse a su madre o a uno de 3 que hace pataletas y que nos llevan a pensar que “mejor la próxima sesión cito solo a la madre o al padre o a ambos para HABLAR acerca del hijo”, en vez de juntos encontrar en sesión un modo de conectarlos.

Marionetas, títeres, animales, dibujos, varitas, rimas, canciones, cuentos, cajas de arena...y todo aquello que surja creativamente en el encuentro con las familias para crear una experiencia de encuentro y comprensión….para domesticarnos."

Apertura al taller de Martha Edwards “El genograma en el trabajo en terapia familiar con niños”, realizada por Claudia Cáceres.

jueves, 2 de junio de 2011

RED SISTEMICA

Las Quintas Jornadas Sistémicas en el Bicentenario ya son historia. Pero como toda historia significativa, se plasma en el presente y tiene impacto en el futuro.

Desde entonces, quienes integramos la Comisión organizadora de las Jornadas, hemos trabajado para convocar a centros de formación de terapeutas sistémicos y Escuelas de Psicología que tienen programas en el área sistémica para constituir la RED SISTEMICA.

Nuestro Instituto, junto a las instituciones co-organizadoras de las Quintas Jornadas y aquellas que se van poco a poco incorporando, se ha comprometido con sacar adelante esta iniciativa.

Pero, ¿Para qué una RED SISTEMICA?

Una idea del espíritu que hay tras este movimiento nos lo transmite la Psicóloga Claudia Lucero, quien desde la Universidad de la Frontera se hace parte de este esfuerzo.

"Es algo conocido que nuestro extenso país, nos impone desafíos para mantenernos conectados. Es como una familia sentada uno al lado del otro, sin poder verse. Algo podemos todos hacer para lograr algo en común, que de seguro será un aporte para cada uno/a.

Existe un número importante de psicólogo/as que se desempeñan a una gran distancia geográfica de Santiago, nuestra ciudad capital. El cómo estamos organizados en esta existencia, nos trae dificultades, de las que puedo evidenciar dos muy básicas: Primero, la dificultad de acceso a un lugar privilegiado de eventos y material especializado para quienes residen lejos de Santiago. Segundo, la pérdida para quienes se desempeñan en la capital de conocer los desarrollos y aprendizajes particulares que se dan en otros (muchos) lugares. Es decir, hay un intercambio difícil y una 'pérdida de información en ambos sentidos'.

Aunque algo más complejo es vivido en la distancia de nuestra ciudad capital. Es lo que dice de ambas partes el que esta vinculación sea como es.

Para quienes trabajamos y adscribimos a un pensamiento sistémico, la vinculación es un tema central. Lo es en nuestra forma de concebir el trabajo y la intervención, y lo es para nosotros/as mismo/as. Por tanto, toda oportunidad de constituir red debería ser considerada como una hermosa invitación a ser 'más y mejores'. Especialmente, de estar acompañados en lo que hacemos.

He tenido la oportunidad de ser parte de algunas redes de trabajo, y en todos los casos los beneficios son incalculables. Y aunque la distancia nos pone barreras importantes, mi deseo es que, entre todos, logremos sentarnos de tal manera que no sepamos cuáles son los extremos y quién está al centro."

Ps. Claudia Lucero Ch.
Departamento de Psicología Universidad de La Frontera
Institución Co-organzadora Quintas Jornadas Sistémicas 2010