viernes, 28 de enero de 2011

La diversidad también está presente en las vacaciones familiares

Artículo escrito por Ps. Antonia Raies para la revista Carrousel.
http://w3.revistacarrusel.cl/vacaciones-en-familia

Junto con sentir el alivio del término de un año escolar y laboral que estuvo lleno de exigencias, tareas e infinitas coordinaciones, surge ahora la necesidad de organizar unas buenas vacaciones.

¿Qué son unas buenas vacaciones? Esto va a depender del tipo de familia que sea y de la etapa del desarrollo en que se encuentre.

El tipo de familia puede ser una tradicional (papá, mamá e hijos) donde no ha habido separación o divorcio de la pareja, o una familia ensamblada constituida por una pareja donde al menos uno de los dos ya tiene hijos de una relación anterior, o una monoparental en la cual los hijos viven, están a cargo y tienen contacto con sólo uno de sus padres.

Una familia nuclear configurada por padre-madre e hijos comunes requiere tomar en cuenta los deseos y necesidades de sus miembros según sus edades y etapas del desarrollo.
Para organizar unas vacaciones con niños pequeños se debe estar de acuerdo acerca del lugar y, eventualmente, acerca de los otros con los que se compartirá ese tiempo; familia de origen -abuelos, hermanos, primos o amistades.

Resultará útil conversar abierta y claramente acerca de las tareas de las que cada uno de los padres se hará cargo ya que al salirse de la rutina y de la estructura contenedora de la vida diaria, el tiempo compartido y los cuidados que requieren los niños se multiplican. Repartir las tareas para que se cubran las necesidades evitará conflictos en la pareja y permitirá que se vuelva realmente más descansado y no con la sensación de haber disfrutado menos de lo que se esperaba. Es importante recordar que las vacaciones son un contexto diferente del contexto organizado en torno a las actividades laborales y escolares.

Cuando cambia el contexto, debe modificarse también el modo de organización de la familia.

Es fuente de conflictos y de frustración seguir funcionando con los esquemas de la vida cotidiana y con la repartición de tareas del resto del año. Cuando esto ocurre, es frecuente que la madre siga ligada a las tareas de la crianza y las tareas domésticas, pero con la sobrecarga de tener a los hijos las 24 horas del día en casa y al marido que en ausencia de las actividades laborales se toma su “merecido descanso”. Es necesario que el padre y la madre tengan la posibilidad de salir de la rutina que llevan durante el año, pues es esa diferencia la que habitualmente produce la mayor sensación de bienestar y descanso: hacer algo diferente.

Las familias con hijos adolescentes tienen necesidades específicas. Los hijos adolescentes son más autónomos y las vacaciones son una oportunidad para probar y aumentar su capacidad de socializar y establecer nuevos vínculos de amistad: Vacaciones = Amigos Para los padres de estas familias puede aumentar el estrés pues la regulación de los permisos, salidas y horarios ya no se remite a los fines de semana, sino a todos los días, lo que a menudo es fuente de tensión. La tensión que tiene como importante foco en lo académico durante el año, se traslada a la regulación de salidas y horarios durante las vacaciones. Se agrega el aumento de la preocupación por la exposición de los adolescentes a conductas de riesgo como el alcohol y las drogas. Resulta fundamental entonces conciliar necesidades de descanso los padres con necesidades de diversión e integración al grupo de pares de sus hijos.

La flexibilidad en los padres y tener conductas responsables que reflejen auto cuidado y evitación de riesgos innecesarios en los jóvenes serán de gran ayuda en esta etapa. Negociar con los hijos adolescentes es necesario para que queden incluidas las necesidades de ellos, pero también las de los padres en los acuerdos que alcancen para este período. A los adolescentes no les resulta fácil empatizar con las necesidades de los padres y, naturalmente tienden a valorar más las propias, por lo que llegar con ellos a acuerdos y cumplirlos es el camino para que las vacaciones sean realmente una oportunidad de descansar. Para lograr un mayor contacto intrafamiliar para promover la intimidad y la identidad es recomendable que se reserven unos días solos, como familia nuclear, aunque los adolescentes se resistan inicialmente a la propuesta.

La familia monoparental puede aprovechar este tiempo para asociarse a otros en este período y así, diversificar sus relaciones donde el padre o la madre a cargo compartan con otro(s) adulto(s) y los hijos se sientas más acompañados. Incluir a otros en las vacaciones que no necesariamente sean quienes ayudan durante el año en el cuidado del hijo o hija, es una buena idea para estas familias, pero deben considerar que con estos “otros” que se incluyan se debe tener suficiente conocimiento y confianza como para compartir la cotidianeidad y se puedan tramitar las diferencias que surgen de la convivencia y se puedan organizar de modo tal que las necesidades individuales o particulares de cada familia sea considerada.

La familia ensamblada puede estar constituida por una persona soltera sin hijos y otra que haya estado casado, ahora viudo o separado, y que tenga hijos, o por un otro que los tenga habiéndose mantenido soltero (los tuyos). También puede ser una pareja donde ambos hayan tenido uno o más hijos previamente (los tuyos y los míos) o una pareja en la que ambos aportan hijos y tienen otro niño producto de esta unión. En este tipo de familias la necesidad de llegar a acuerdos es mayor porque su composición es más variada y compleja dependiendo del grado de organización que hayan alcanzado, del tiempo que lleve la relación y de la etapa de compromiso en que se encuentren.

No es buena idea aprovechar la instancia de las vacaciones para presentar a una nueva pareja a los hijos sin haber tenido encuentros previos. No es el momento para materializar el sueño de la familia feliz reuniendo a los hijos de ambos sin que exista un vínculo razonablemente construido y bueno entre ellos. Este tipo de familia se constituye gradual y paulatinamente. Los que eligieron unirse fueron los padres, para los hijos no es natural aceptar al otro como alguien significativo y cercano. En la primera etapa es recomendable que cada padre veranee sólo con sus hijos y en forma independiente con la pareja. Desde el punto de vista de los adultos, aunque lleven un tiempo juntos, hay que tener en cuenta que los espacios familiares son excluyentes de la intimidad de pareja. Considerar esto como una realidad puede prevenir futuras frustraciones y resentimientos por sensaciones de abandono.

En las etapas iniciales de la convivencia de familias ensambladas es especialmente positivo que los tiempos de vacaciones contemplen tiempos de cada padre con sus respectivos hijos y tiempos en común, con todos juntos. Esto podría incluso mantenerse como una rutina a lo largo de la vida, mientras los hijos viven con la pareja. Para estas familias a menudo las vacaciones son un momento de importante tensión pues exige combinar los tiempos propios de la familia con hijos e hijastros y además los tiempos de los hijos con el padre o madre con el que no viven. Es una buena idea organizar esto con suficiente tiempo, sin improvisar, para alcanzar a tener todas las conversaciones necesarias entre los adultos involucrados y los hijos, especialmente los adolescentes.

Las diversas familias pueden facilitarse las vacaciones desde una actitud flexible para adaptarse a lo no cotidiano, respetuosa para hacer agradable la convivencia, aventurera para disfrutar de lo novedoso, cooperadora para no llegar más cansados y alegre para volver con buenos recuerdos.


Psicóloga Antonia Raies
Instituto Chileno de Terapia Familiar