miércoles, 29 de abril de 2020

PAREJAS EN CUARENTENA: CINCO DESAFÍOS EN TIEMPOS DE CONFINAMIENTO



Desde que se instauró la cuarentena, como una de las medidas para frenar la rapidez de contagio del COVID-19, nuestras rutinas han cambiado drásticamente, adaptándonos a estar encerrados en casa, conviviendo 24/7 con nuestras parejas e hijos. Y hemos tenido que ajustarnos a estos cambios sobre la marcha, sin tener tiempo para planificar ni pensar cómo reorganizar la vida.
En este contexto que estamos viviendo hay más incertidumbre, ansiedad y miedo, lo que puede generar un sentimiento de mayor vulnerabilidad en cada integrante de la pareja y dificultades en su funcionamiento.

1. La Familia tiene que reorganizarse: Nuevas reglas del juego.
Para muchos el trabajo continúa en la modalidad de teletrabajo desde la casa. Muchas personas reportan estar trabajando más horas que antes, porque es más difícil marcar el límite entre el espacio laboral y el personal/familiar y con más estrés por no estar rindiendo como antes.
Los hijos permanecen en casa, con exigencias escolares que, sobre todo en el caso de niños pequeños, deben ser supervisadas por los padres.
Muchas familias han asumido las labores domésticas, lo que ha implicado hacerse cargo y dividirse dichas tareas.
Son muchos frentes a los que hay que atender, lo que puede generar desgaste y tensión en la convivencia cotidiana. ¿Cómo ponerse de acuerdo sobre las nuevas reglas del juego mientras dura el confinamiento?
Es importante que en la familia se hable explícitamente sobre la necesidad de una nueva organización. Es imperioso definir reglas mínimas de funcionamiento familiar, construir un nuevo “rayado de cancha” para este período de excepción. Esto requiere flexibilidad, para acomodarse al nuevo escenario, ajustar las expectativas sobre lo que es posible y real de hacer en cuarentena y aceptar que en el proceso de negociación hay que estar dispuesto a ceder para llegar al mejor acuerdo posible.

2. Perdemos estabilidad económica: Nuevos reajustes.
Para muchos, esta pandemia ha generado inestabilidad laboral y cesantía, lo que ha aumentado la ansiedad e incertidumbre sobre su futuro económico. En muchas parejas se ha producido un cambio en el acuerdo (implícito o explícito), que tenían sobre la organización del dinero, debido a los bruscos cambios que se han generado en los ingresos. Esto puede afectar el equilibrio de poder entre la pareja, ya que el miembro con mayores ingresos puede sentirse con más atribuciones respecto del otro, mientras que el miembro que ha disminuido sus ingresos o está cesante puede sentirse en mayor desventaja.
Es importante intencionar conversaciones con la pareja sobre este tema, compartir los temores o preocupaciones, contenerse mutuamente. Que no se vuelva un tema tabú del que no se puede hablar, eso sólo agudiza las tensiones.
Definir un plan a corto y mediano plazo que sea realista ayuda a bajar la ansiedad y aumenta la sensación de control. En estos momentos pensar juntos en alternativas para generar dinero es
una buena idea. Así como pedir ayuda y recurrir a sus redes de apoyo para buscar caminos de salida a la situación. Aislarse con el problema puede aumentar la angustia y hace más difícil ver opciones.

3. Nos desregulamos en lo emocional: Démosle espacio a la emoción.
En estos tiempos de confinamiento se genera mayor irritabilidad, intolerancia, reactividad, ensimismamiento o estados depresivos en y entre los miembros de la pareja. Tendemos a estar más agresivos, sensibles y vulnerables. Se puede contestar de manera más impulsiva, generando mayores conflictos y, en algunos casos, violencia intrafamiliar (las denuncias de mujeres a Carabineros por violencia física en el país crecieron un 19%; La Tercera ,15 abril 2020). Pero, también se puede dar un mayor distanciamiento, para evitar el conflicto o, simplemente, para alejarse del tedio de estar con el otro.
Ambas modalidades repercuten en la pareja y, si hay hijos, estos últimos absorben toda la tensión, agresividad o distancia de los padres, quedando a la deriva emocional.
Es importante no olvidar que en este contexto de gran estrés la desregulación emocional será altamente frecuente y esperable. Entonces:
Es necesario que cada miembro de la pareja se comprometa a no insistir en conversar sobre las diferencias o problemas cuando se sientan desregulados, esto probablemente “no llegue a buen puerto”. Por el contrario, sería bueno darse un espacio individual para bajar la intensidad, reconocer lo que cada uno está sintiendo, buscar estrategias para calmarse y luego volver a retomar la conversación con el otro.
Distinguir entre problemas que se pueden resolver y aquellos que podrían poner en juego la relación; no sería el momento de abordar estos últimos.
No habría que olvidar que los padres, en la medida que estén regulados emocionalmente podrán acompañar mejor a los hijos, para que expresen sus emociones en un contexto familiar seguro y contenedor.

4. No damos abasto: La necesidad de espacios para la pareja.
Antes de la cuarentena, para muchas parejas ya era difícil conciliar tiempos y espacios separados y exclusivos para los distintos roles: lo laboral, la crianza, lo escolar, lo doméstico y su intimidad. Hoy, producto del confinamiento, estas dificultades han aumentado ya que el espacio es más acotado y el tiempo debe dividirse. Todo esto sobre un contexto de incertidumbre, ansiedad, miedo y angustia sobre el futuro.
¿Cómo podría la pareja abarcar todos estos aspectos desde un abordaje menos exigente y más contenedor?
¿Cómo poder redefinir los espacios para que la pareja no quede relegada al último lugar de la lista, llegando ambos extenuados al final del día y sin energía para la intimidad?
¿Cómo construir un espacio y un tiempo para que, al alimentar la intimidad emocional con el otro, la familia en su conjunto se vea sostenida en estos tiempos de tensión?
¿Cómo potenciar la comunicación, la tolerancia y la contención?
Es importante usar la creatividad para crear momentos de conexión emocional con la pareja. Ver una película juntos, preparar una comida especial, hacer un alto en la vorágine del día a día para saber cómo va el día del otro, buscar un espacio para el encuentro sexual. Es probable que cueste, por el cansancio, el ánimo más bajo, pero trabajar mentalmente la disponibilidad a este encuentro es importantísimo, ya que al final nos puede dejar la sensación, no sólo de gratificación, sino también de acompañamiento y conexión emocional con el otro.

5. Juntos 24/7 en casa: Equilibremos los espacios.
Las parejas tienen, en general, una forma de administrar la cercanía y la distancia, en cuanto al espacio propio y el que comparten juntos. Este tiempo de confinamiento ha alterado la forma en la que este aspecto es vivido por las parejas.
¿Cómo combinar los espacios de pareja y los necesarios espacios individuales de cada uno?
Es importante explicitar y respetar los tiempos en casa: por un lado, fomentar el encuentro y diálogo en la pareja; por otro, darse espacios propios (silencio, estar solo, conectarse con los amigos o familia de origen, leer, etc.), ya que esto permite volver con mayor disposición a estar juntos.
Tanto la cercanía como la distancia son esenciales para sostener este tiempo de confinamiento, que aún no sabemos cuánto durará.

Instituto Chileno de Terapia Familiar 

Unidad de Pareja Relacional en Múltiples Niveles

María Alejandra Escala 
Christiane Kramer
 Gabriela Valls
Patricia Gonzalez 
Paulina Pemjean 
Daniela Vío

viernes, 10 de abril de 2020

“ Régimen de visitas a niños de padres separados quedarán suspendidos en comunas con cuarentena total”

 

Ayer, en medio de la cuarentena total de la comuna en que vivo (que más que cuidarnos a nosotros - quienes con alta probabilidad solo contraeremos una fuerte y desagradable gripe en caso de contagiarnos -permite hacernos responsables y cuidar a quienes son más vulnerables) vi la película “Historia de un matrimonio” de Bambauch, el mismo director de “Historias de Familia” (The squid and the whale). La película que bien podría llamarse “historia de un divorcio”, muestra la crisis de una pareja, su historia de relación, cómo a partir de esta historia se comprenden los nudos de su quiebre actual y el modo en que se desenvuelve la separación, el divorcio y la organización familiar post-divorcio.  La película muestra la influencia en el curso de la relación de la pareja y de ellos, en tanto padres, de los terceros que intervienen, fundamentalmente del sistema legal, representado a través de los abogados, que resulta crucial para comprender los caminos que ellos pudieron haber elegido y los que finalmente eligieron.

 

Así de central es el contexto que rodea a las parejas que ya no tienen un vínculo conyugal y que se esfuerzan por mantener el vínculo parental. Siempre es así. Somos en contexto. Pero es probable que en la vulnerabilidad – cualquiera que sea- la relación ser y contexto se haga más crucial. Al menos, más evidente. 

Lo mismo que el contexto, el lenguaje es crucial porque, demás está decirlo, “crea realidades” y, como dice  Heidegger, “El hombre vive en la casa del lenguaje, que es la casa del ser”. 

 

Contexto  y lenguaje son las ideas que se mezclan en mis pensamientos  de cuarentena y aislamiento físico, luego de ver una película que más allá de hacerme pasar un rato en estos días de encierro, me conectó con el valor de los padres y madres que quieren y buscan el bienestar de sus hijos y que a menudo ven limitados o condicionados sus esfuerzos a decisiones e influencias que poco ayudan al desarrollo de vínculos colaborativos entre ellos. 

 

En ese cruce de contexto y lenguaje se vuelve a aparecer la noticia con que encabezo esta reflexión: Régimen de visitas a niños de padres separados quedarán suspendidos en comunas con cuarentena total”…..

 

A propósito de lenguaje y creación de realidades:

Visita: acción de cortesía que se realiza yendo a casa de un familiar, amigo o conocido por amistad, atención, conversación o consuelo por periodos de tiempo cortos. …permanencia, estadía y/o duración en un lugar específico por periodos cortos. Es decir, lo que caracteriza a la visita como tal es el tiempo de permanencia en un sitio ajeno a nuestro lugar de convivencia diaria.

¿qué realidad construimos y qué realidad develamos cuando se habla de “visita” o “régimen de visitas” en referencia al encuentro  de un padre con sus hijos e hijas o  de una madre con sus hijos e hijas si la pareja ya no vive junta y ha disuelto su vínculo de pareja?

¿cuáles son los derechos y los deberes de un padre o una madre cuya relación se remite a “visitar” a sus hijos e hijas”?.

¿qué vinculos se pueden construir en una visita de cortesía, por un tiempo breve en un lugar que les es ajeno?

¿cuál es la influencia que puede tener en la vida de sus hijos e hijas un padre o una madre visitante en sus hijos e hijas?

¿cuáles son los costos para los hijos e hijas de tener padres o madres visitantes o  ser ellos mismos visitas en las casas de sus padres  y/o madres?

El título de este texto, extraído de la noticia publicada en los medios al decretar la cuarentena para 7 comunas, usa también la expresión:  “Padres separados”. Es verdad, lamentablemente hay veces en que la pareja no solo disuelve el vínculo conyugal, sino que también el parental. Se divorcia la pareja y se divorcian los padres. Cuando esto ocurre surge la destructividad en las relaciones familiares y con ello, la guerra y el daño a los hijos e hijas. Pero, así no son la mayoría de las separaciones y divorcios. La mayoría de los padres y madres logran, muchas veces pese a la interferencia de terceros como en la película, llegar a acuerdos más o menos razonables, a tener coordinaciones parentales más o menos eficientes y a mantener relaciones de colaboración suficientemente amorosas, por el bien de sus hijos. (anque también les haga muy bien a cada uno de ellos)

Estos padres, madres y sus hijos e hijas, sobre todo los más pequeños, están sufriendo en esta cuarentena. No solo por el encierro, justificable por la necesidad imperiosa de impedir la expansión descontrolada del contagio y con ello evitar el riesgo grave a que están expuestos los más vulnerables, sino por el impedimento de mantener las rutinas de encuentro a las que estaban acostumbrados y que son imprescindibles para la construcción de los vínculos que alimentan su desarrollo. Si pensamos en “visitas”, se entiende. Las visitas se hacen cuando las condiciones son favorables y si no, se postergan o simplemente no se hacen. Si bien una o dos semanas es un tiempo acotado, no sabemos cuánto realemente se extenderán las restricciones, pero no se trata de un tema de tiempo, sino de principios.

La pandemia nos ha hecho concientes de nuestras pertenencias. La pertenencia a una familia, a una comunidad que apoya con el cuidado propio y el de otros, nuestra pertenencia al país, a la región y al mundo. Nos ha hecho concientes de la dependencia del otro. No basta con que yo me cuide o cuide a los mios. Dependo de que otros se cuiden. Pero, ¿qué pasa con las pertenencias de niños y niñas que pertenecen a una familia cuyos padres no viven juntos?, que tienen pertenencias compartidas y viven en dos casas, aunque no pasen el mismo tiempo en cada una de ellas. 

Tal  vez si no pensaramos que son visitas en las casas de uno de sus padres o que sus padres los visitan, sino que su pertenencia está con cada uno de ellos en sus respectivas casas .. ¿seria pensable que en condiciones  de seguridad los padres que quisieran y pudieran, tuvieran un salvoconducto para  que sus hijos e hijas pudieran mantener el contacto con ellos durante estos tiempos que ya son muy difíciles por la tensión,  la discontinuidad que significa dejar el colegio, los jardines infantiles, las actividades extraprogramáticas, los amigos del barrio, los abuelos y abuelas, los primos y primas?

Ser en contexto significa considerar que son tiempos excepcionales y que, por supuesto,  se requieren ajustes excepcionales también, del mismo modo que considerar que asi como es posible surtirse de víveres en condiciones de seguridad, pasear a las mascotas o ir al banco o a la farmacia, los niños y niñas cuyos padres no viven juntos puedan disponer de una opción de rotación o turnos para mantener la continuidad del vínculo con ambos padres y permitirles a estos hacerse cargo de la corresponsabilidad que hoy consagra nuestra legislación de modo que esos hijos puedan ser cuidados, contenidos y acompañados por ambos padres en tiempos de excepción, tal vez cuando más se ponen en juego las necesidades de cuidado y apego.

Una vez que pase la crisis sanitaria y la pandemia se retire, muchas cosas habrán cambiado y muchos de los recursos que personas, familias e instituciones han desplegado para hacer frente a la crisis, se quedarán y se convertirán en recursos permanentes. La pandemia no solo dejará dolor y pérdidas, sino también ganacias y aprendizajes. Ojalá para las niños y niñas de las familias cuyos padres no viven juntos también haya una ganancia y  avancemos en el reconocimiento del contexto: que en Chile la mayoría de los niños y niñas no vive en familias nucleares (padre y madre con vinculos biológicos con sus hijos y que viven juntos). Y, en que las decisiones personales e institucionales den cuenta y fortalezcan,  partiendo por el lenguaje, el principio de la corresponsabilidad parental para el mejor desarrollo de nuestros hijos e hijas. 

Ps. Claudia Cáceres Pérez
Equipo Terapia Familiar en Procesos de Separación y Familias Ensambladas.
Instituto Chileno de Terapia Familiar