viernes, 29 de mayo de 2020

La vida de las familias en tiempo de Pandemia: Parte I






La vida de las familias en tiempo de Pandemia:

Parte I: Los buenos tratos a los niños y niñas bajo condiciones de estrés.

 

El trabajo con familias en proceso de separación conyugal, nos ha enseñado los efectos del estrés alto y sostenido del conflicto parental en los hijos e hijas. La investigación ha documentado consistentemente esto y entrega evidencia sólida de cómo el estrés afecta el desarrollo socioemocional de los niños, niñas y jóvenes en cualquier contexto familiar y en cualquier etapa del desarrollo, pero particularmente en las etapas en que el cerebro está neurológicamente creciendo en conexiones que permitirán el desarrollo cognitivo. Nuestra  experiencia  profesional nos sensibiliza a mirar lo que está ocurriendo hoy con los niños y niñas en tiempos de pandemia, hacer una pausa y ofrecer una reflexión que contribuya a visibilizar a los que han sido invisivilizados en una emergencia que los tiene inmersos en un contexto brutalmente tensionado y estresante.

 

La crisis actual da la oportunidad de hacer esta pausa y mirar cómo habitamos nuestros espacios y relaciones primordiales. La vorágine en la que todos, de un modo u otro estamos inmersos, muestra a ratos lo simple como despojado de sentido, la vida cotidiana como algo tedioso y las relaciones al interior de los hogares, en el encierro, se tornan por momentos desconocidos y una fuente de ansiedad.

 

Que estos son tiempos excepcionales, todos lo sabemos. Que más tarde que temprano, van a pasar, también. Pero,  ¿Cuándo?... nadie sabe. ¿Cuáles serán las consecuencias en el mediano y largo plazo?.. Tampoco. Sabemos que el impacto en la economía de los países y en la vida será enorme. Sabemos que hay recursos -como el teletrabajo, la telemedicina o el delivery en todos los rubros- que llegaron para quedarse. Pero, ¿qué sabemos de lo que ocurrirá en la vida de las familias, las parejas, de los niños y niñas, y adolescentes hoy confinados o medio confinados según sea el momento?. No sabemos. Miremos lo que está ocurriendo hoy a ver si nos ayuda a mirar lo que viene y a tomar medidas que cuiden a nuestras familias para que aprendamos y esos aprendizajes se queden también como recursos para la vida. Después de todo, las familias están  y seguirán estando muchas veces sometidas a diversos estreses, más o menos altos y sostenidos, que son los que afectan a todos sus miembros, especialmente a sus hijos e hijas.

 

Si miramos lo que están viviendo los niños y niños pequeños en esta pandemia con ojos de terapeuta de familias y parejas..¿Qué vemos?. Vemos familias enteras sometidas a un estrés sin precedentes, porque todos estamos viviendo lo mismo, en todas partes, en todo el mundo. Los que cuidan y los que son cuidados, los enfermos y los sanos, los mayores y los pequeños.Todos bajo los efectos implacables del estrés alto y sostenido. Nadie se salva, todos, más o menos afectados, y teniendo las respuestas fisiológicas propias del estrés: activación del sistema nervioso simpático, liberación de catecolaminas, cortisol y encefalina, aumento en la sangre de la glucosa etc. Y, por supuesto, los correlatos emocionales de la respuesta de alarma (insomnio, irritabilidad, desregulación emocional, depresión) adaptación (evasión, consumo de sustancias) y agotamiento (aparición de enfermedades, cansancio físico). El estrés prolongado, aunque silencioso, puede tener efectos devastadores en la mente y en el cuerpo.

 

La respuesta de nuestro organismo al estrés prolongado nos pone en “modo supervivencia” … huída o ataque. Básicamente, nos expone a comportamientos más impulsivos asociados a la búsqueda de una solución rápida que nos permita salir de los problemas inmediatos. Respondemos como si estuviera en riesgo nuestra propia vida.

            Niños y adultos en modo supervivencia. Padres, madres e hijos en modo supervivencia, profesores y alumnos en modo supervivencia. El aumento de la violencia al interior de los hogares en este tiempo es un hecho indiscutido, del cual se habla, pero solo de manera parcial, pues los niños y niñas, grandes olvidados, no han sido mencionados suficientemente como víctimas de esta realidad. Esta vez, no son población vulnerable y no están en el centro. La violencia de género, que se ha disparado, ha concentrado la atención, pero los niños que viven con esas parejas desreguladas y encerradas, son también víctimas invisibles de esa violencia. Los niños aprenden lo que ven. Los malos tratos y los buenos tratos, se aprenden. Por otro lado, padres sobrepasados, exigidos por el sistema escolar “como si” fuese posible continuar con los procesos educativos formales. Sobrepasados por las necesidades económicas, la falta de espacio, el temor a la enfermedad a la cesantía y teniendo que cuidar a niños igualmente sobrepasados por el estrés y el encierro. El contexto actual es terreno fértil para que buenos padres y madres tengan malos tratos  con sus hijos.

 

La violencia simbólica y real, invade todos los espacios y vínculos que los niños habitan, desde lo más macro, como las políticas publicas, en un Chile que aún no cuenta con una ley integral de protección a la infancia que las oriente, pasando por el sistema educativo, que bajo el lema, “evitar que los niños pierdan el año escolar”, somete a estos a la angustia de aprender en condiciones inapropiadas.

 

La violencia, entendida la mayoría de la veces, solo como agresiones físicas, no logra ser estimada, más aún aquella que no deja huella físicas, la que ocurre tras las puertas cerradas, al interior de los hogares, sin golpes. La dificultad para sostener buenos tratos hacia los niños son la respuesta invisible de un sistema bajo estrés: la ausencia de contención emocional y su invisibilización como sujetos, agentes de deseo y opinión. ¿Cuántos niños han dicho a sus padres en estos días con palabras y conductas que no quieren estudiar en estas condiciones, qué no les resulta, que los agobia?, ¿A cuántos de estos se les ha escuchado y respetado, sin pensar por ello que se sienta un precedente para que nunca más quieran aplicarse al estudio?

 

Los adultos siempre hemos tenido la función, en cualquier circunstancia, de ser una compañía que ayuda a los niños a entender y elaborar las experiencias y la posible ansiedad que estas conlleven. La mayoría de las veces esto no es un pesar, que implique agobio para los padres. Estos sentimientos sobrevienen cuando comenzamos a vivir en lógicas de alienación, donde aquello que es esencial, deja de serlo y empezamos a vivir una vida descentrada de lo primario, de los vínculos, del encuentro, de cuidarnos y cuidar a quienes nos rodean, de compartir, escucharnos, conocernos y valorarnos. Conectados desde este lugar, recurrir al amor para acoger, regular y sostener a los niños, es una acción que no se lamenta. Pero, hoy esas posibilidades para todos están disminuidas y a ratos, incluso producen un desgaste difícil de sobrellevar. No por falta de recursos personales o emocionales sino más bien por el contexto extremo en el que estamos. Es una realidad, que las condiciones de  hoy son  alienantes y que las competencias parentales están disminuidas. Las mismas competencias que tienen disminuidas los profesores, los profesionales del sistema de salud..todos.

Los padres y madres hoy están en sus casas en lo que P. Boss denominaría una “presencia ambigua”, es decir, están y no están a la vez. Esa presencia física y mayor o menor ausencia emocional resulta muy difícil de entender para los niños pequeños. Si los padres están en casa, están con ellos o para ellos. Hoy están, tal vez más que nunca, pero tienen que trabajar enfrascados en el computador por horas, hacer las tareas domesticas y  ser “profesores” de sus hijos….además de estar permanentemente atentos al cumplimiento de las normas sanitarias. ¿Están y pueden cumplir las funciones emocionales de la parentalidad?. Están y no están. Eso, es muy difícil para todos y aumenta el nivel de estrés, generando dinámicas de escaladas de tensión que en algún punto terminan en conductas desreguladas tanto de niños como de padres y madres.

 

La idea de la autoregulación, o sea, que los niños y sus padres se logren regular por sí mismos, constituye en un entrampe relacional, pues hace pensar que las necesidades del otro, sea la pareja o los hijos, son una sobrecarga emocional, tal vez habría que pensar en la  idea de la corregulación y cómo nos acompañamos y acogemos ante situaciones difíciles. Los niños también nos acompañan, consuelan, nos dan fuerza…

Por último, cómo entender el aprendizaje y el desarrollo del ser …¿Qué pasa si lo diferenciamos del aprendizaje solo académico y lo entendemos más bien como un espacio para experimentar, sentir, cultivar la identidad personal y algunos valores humanistas, universales y cotidianos.? En esta segunda mirada, en el aprendizaje del ser, en la primera infancia el juego libre constituiría una herramienta primordial para estimular la creatividad y la exploración, un camino esencial para nutrir el cerebro en desarrollo. Jung decía que “La creación de algo nuevo no se logra a través del intelecto, sino por el instinto de juego actuando desde una necesidad interior. La mente creativa juega con los objetos que ama”.

Pero, esto es algo que tiene poco espacio en estos días, los niños agotados con tareas y guías escolares interminables, exigencias de aprendizajes sin la contención mínima que requiere un niño pequeño en el ámbito escolar, más allá de las buenas intenciones de colegios y profesores. Al mismo tiempo que tener que aprender destrezas, tienen que aprender nuevas tecnologías ……  como si existiese una máxima que impidiera que hagan una pausa para que ellos y sus familias puedan sortear mejor esta  ola.  Porque cuando la ola es muy grande, no hay que ir de frente, hay que pasarla por debajo…o dejarla que pase por encima. Una vez que pasa, podemos volver a retomar los esfuerzos y seguir avanzando.

 

La exigencia descontextualizada en un mal trato y tal vez como padres y terapeutas podemos ayudar a los padres a  ser protagonistas del modo en que enfrentan este tiempo tan complejo. Salir, al menos por un rato de la lógica del aprendizaje puesto afuera, en todo aquello que se puede consumir: múltiples plataformas con información, guía de museos, talleres, cursos y charlas gratuitas, etc. que finalmente pueden trasnformarse en una dificultad para lograr conexión con lo interno, lo cotidiano, con la posibilidad de explorar aquello que está disponible en nuestras vidas y que no depende necesariamente de un computador y una banda ancha, muy ancha. Son tiempos difíciles, que requieren para ser enfrentados disminuir la exigencia lo más que se pueda… solo, dejar pasar la ola.

 

¿Qué ocurrirá entonces?.. depende de lo que aprendamos de estos tiempos. De si esta experiencia la dejamos simplemente como una anécdota más o menos difícil para cada uno o la convertimos en una inspiración para que elijamos el modo en que queremos seguir viviendo.  La vida traerá a las familias y a nuestros niños y niñas otros estreses y tal vez, en esos nuevos tiempos y esos nuevos momentos de tensión, recordemos que el espacio seguro es la piedra angular para el buen desarrollo y los buenos tratos.

 

 

Ps. M. Fernanda Araya

Ps. Claudia Cáceres Pérez

Unidad de Terapia Familiar en Procesos de Separación y Familias

Ensambladas.

Instituto Chileno de  Terapia Familiar.




 

viernes, 15 de mayo de 2020

Recursos Literarios para Compartir en Familia




Unidad de Terapia Familiar con Niños y Adolescentes
Instituto Chileno de Terapia Familiar

Los invitamos a leer o releer en familia el libro “Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar” de Luis Sepúlveda, escritor chileno que lamentablemente acaba de fallecer en España producto del corona virus.       
La novela, que fue escrita para jóvenes de 8 a 88 años, cuenta la historia de Zorbas, un gato que rescata a un huevo gaviota luego que su madre muere atrapada en petróleo que fue arrojado al mar. Zorbas promete cuidarla hasta que aprenda a volar y junto a sus amigos se dedican a criar a la gaviota, a la que bautizan como Afortunada.

¿Por qué nos gusta tanto esta historia?
-Porque trata sobre el amor incondicional: el gato que empolla a un bebe gaviota nos habla de que para ser y hacer familia no importa el género, la biología, las creencias, los colores ni las formas. Lo que importa y permanece son los vínculos significativos que desarrollamos con otros.
-Porque nos habla sobre el cuidado a los animales, a la Tierra. Nos recuerda que como parte de la Naturaleza somos todos iguales y dependemos unos de otros.  Por eso respetarnos y cuidarnos es indispensable. ¿Han visto como las mascotas hoy día se han encargado de recobrar el placer de acariciar y ser acariciados? ¿O lengüeteados?. ¿Cómo no estarles agradecidos? Así es como, entre muchas otras maneras, parece que ellos nos estuvieran cuidando.
-Porque el libro trata acerca de la importancia de hacer comunidad, donde construir lazos y hacer conexión con otros es vital para cumplir nuestros sueños. El gato Zorbas pide ayuda a otros gatos, animales e incluso a un humano para enseñarle a volar a Afortunada. En estas semanas hemos sido testigos de muchos gestos de compasión y solidaridad que nos recuerdan que no estamos solos y que juntos somos más fuertes.
-Porque es una historia que nos recuerda la inocencia y curiosidad con que podemos vivir el momento presente.  Zorbas se sorprende con cada momento del crecimiento del bebe gaviota. Hoy estamos todos asomados a un momento lleno de preguntas. Pero en vez de entristecernos o preocuparnos por no tener las respuestas, tal vez podemos aprender a convivir con esas preguntas y misterios que hacen la vida más compleja pero también más fecunda.

¡Que disfruten su lectura!

Carmen Paz Puentes
Mayo 2020



El libro lo puedes encontrar en: 
https://bibliodar.wordpress.com/5-basico/

lunes, 11 de mayo de 2020

NUEVAS EXIGENCIAS PARA PAREJAS “PUERTAS AFUERA” DURANTE LA CUARENTENA


Reflexionando sobre las nuevas exigencias que han enfrentado las parejas que han tenido que adaptarse a la cuarentena debido a la pandemia del Covid-19, surgen preguntas sobre cómo viven este proceso las “parejas puertas afuera”, aquellas parejas estables, pero que viven separadas.

¿Será más fácil, más complejo o más bien tendrá dificultades distintas la adaptación de estas parejas debido a que no han tenido que compartir una cuarentena bajo el mismo techo? Y ¿Cómo vivirán el estar separados físicamente por razones ajenas a su voluntad?

Se ha hablado más de las parejas que viven juntas, pero menos de las que no. Y nos surgen algunas reflexiones al respecto ¿Acaso los miembros de estas parejas no han tenido que verse enfrentados, también, a traer cada uno el trabajo a sus respectivas casas, acompañar a sus hijos -cuando los hay- en su educación y hacerse cargo de las labores del hogar? Sus rutinas, al igual que para todos, se alteraron radicalmente en un plazo de tiempo insuficiente para llevar a cabo los cambios necesarios para reorganizar sus vidas. Cada miembro de estas parejas también se ha visto expuesto a un ambiente de incertidumbre, ansiedad, temor, generando, muy probablemente, tensiones al interior de la pareja. A esto se suma la adaptación y los desafíos de la relación en sí misma en este nuevo e inesperado contexto.

Entonces, nos preguntamos si, teniendo las mismas dificultades las parejas “puertas afuera” respecto a las que viven en el mismo hogar, ¿Será más complejo o en qué será distinto su proceso adaptativo si se suma la variable de la obligada separación física?
A partir de la reflexión sobre estas preguntas distinguimos tres principales desafíos para las “parejas puertas afuera” durante la cuarentena.


1. La ausencia del cuerpo físico y el encuentro virtual.
¿Será más difícil vincularse para estas parejas por la falta de contacto físico? ¿Se puede mantener, o cómo se mantiene, una relación de pareja “sin cuerpo” presente? Y ¿Será distinta esta experiencia de la separación física en este contexto de emergencia sanitaria respecto a otros, como, por ejemplo, relaciones a distancia por motivos geográficos? ¿Lo que ocurre en la intimidad física podrá ocurrir en mayor o menor medida, también, en el espacio virtual?
Si bien la intimidad tiene distintas dimensiones y espacios en que ocurre, lo que más fácilmente se asocia a ésta son actividades que se realizan con cuerpo presente; conversar, cocinar, ver una película o bailar juntos, y también contactarse físicamente con caricias, besos y con el encuentro sexual.

La nueva condición de distancia física puede permitir a las parejas “puertas afuera” desarrollar su creatividad y abrirse a la posibilidad de realizar estas mismas actividades juntos, pero a distancia. El uso de las llamadas telefónicas y, especialmente de las plataformas digitales surgen como las alternativas de medios para ‘encontrarse’.

“Lo virtual”, para la mayoría, no logra reemplazar la experiencia con cuerpo presente, pero permite mantener un espacio de encuentro, que, no por ser distinto y/o insuficiente, deja de otorgar importantes satisfacciones. Hay algo en lo virtual, según señalan algunas personas, que, existiendo las condiciones y disposición necesarias, permite un acercamiento incluso ‘más conectado’ entre ambos. En este sentido, se podría pensar en una nueva -para muchos no tan nueva-, forma de intimidad, “la intimidad virtual”. Lo que hoy cambia es que lo virtual es el único espacio posible para la intimidad

La intimidad virtual, así como también la intimidad con el cuerpo presente, requiere de una inversión de tiempo y de buscar un lugar físico, mental y emocional para desarrollarla. En el caso de las “parejas puertas afuera”, es importante que reserven espacios y tiempos para conectarse virtualmente, intentando que no se haga una tediosa rutina, tratando de dar cabida tanto a compartir momentos de placer, como a conversaciones sobre dificultades, temores y ansiedades de cada uno.

Sin embargo, generar los tipos de encuentros señalados no siempre es fácil, ya que muchas veces los integrantes de la pareja viven con otras personas (amigos, familia, hijos, etc.) por lo que puede costar encontrar un momento y un espacio físico con la privacidad necesaria para conversaciones románticas o para practicar distintas formas de actividad sexual (sexting; conversaciones eróticas, masturbación simultánea, etc.), así como todo tipo de conversaciones y actividades compartidas. Entonces, resulta nuevamente necesario utilizar la creatividad. Muchas personas se encierran en el baño, en la sala de reuniones del edificio donde habitan o en el auto en el estacionamiento.


2. Acomodar las formas de cuidado de la relación en el nuevo contexto.
Muchos de los miembros de estas parejas se ven enfrentados al teletrabajo, al estrés por la pérdida -o la amenaza de pérdida- del trabajo y/o a la reducción de sus ingresos, a los temores por la propia salud y de los seres queridos, especialmente si algunos son adultos mayores, a acompañar a sus hijos -cuando los hay- en su educación y a hacerse cargo de las labores del hogar.

En el nuevo escenario, cuidar la relación y el clima emocional en la pareja se hace más complejo. Una herramienta de cuidado para ese espacio emocional virtual es ser muy claros en explicitar al otro el estado anímico en que se está en el momento, porque la virtualidad hace que se pierdan ciertas señales y parte del lenguaje no verbal, lo que facilita los malos entendidos. Es necesario que la pareja en conjunto pueda dilucidar en qué momentos necesitan espacios de conversación de distintos temas, como, por ejemplo, cuándo es que necesitan hablar de los temas difíciles. También poder identificar y comunicar cuándo necesitan sentirse más cerca y cuándo necesitan tomar un poco de distancia, o cuándo simplemente quieren compartir juntos espacios de distracción y de humor. Para esto, una herramienta muy útil es fijar citas temáticas, como una forma de complementar aquellas más espontáneas.

Citando a Luis Tapia-Villanueva y María Elisa Molina (2014), la intimidad emocional requiere de un ambiente seguro y de confianza donde el Sí Mismo de cada miembro de la pareja sea
aceptado como legítimo, permitiendo la aparición de sus sentimientos y fragilidades. El proceso de construir esta intimidad suele no ser fácil para las parejas, entonces, pensamos que crear y cuidar de ese espacio puede ser mucho más difícil cuando el encuentro no es físico, sino virtual.


3. Funcionamiento en “modo de sobrevivencia”.
No podemos olvidar que estamos en una situación de emergencia mundial y nacional, que nos puede hacer funcionar en un modo que podríamos llamar “de sobrevivencia”. Hoy se activan las reacciones de alarma en cada uno, la necesidad de tramitar nuestras emociones difíciles ante este contexto de incertidumbre, temor y de gran estrés, así como de gestionar abastecimiento, finanzas, conductas de cuidado sanitario y un sin fin de coordinaciones a la vez.

En momentos de crisis colectiva y/o individual, es cuando más se activan nuestros mecanismos de defensa como reacción ‘adaptativa’ a dichas crisis. Y es en las relaciones más cercanas, especialmente en las de pareja, donde aparecen de forma más intensa o extrema.
Cada miembro de la relación hace uso de las propias herramientas que ha aprendido a lo largo de su vida para adaptarse y ‘sobrevivir’ emocionalmente a las crisis, protegiéndose, con ellas, de temores, dolores y del sufrimiento en general.

Los mecanismos defensivos que se despliegan pueden ser muy diferentes según la historia personal de cada quién, y también con relación al contexto actual. Algunos se pueden desconectar de las emociones difíciles, otros tienden a actuar de modos que pudieran parecer irracionales o infantiles, otros pueden mostrarse más fríos y distantes, o todo lo contrario, algunos pueden estar más sensibles y necesitados del otro.

La manifestación en cada miembro de la pareja de sus particulares mecanismos de defensa puede conducir a un impasse en la relación, el que es vivido con mucha intensidad emocional, ya sea de rabia, temor o dolor, por parte de ambos, con la sensación de no poder avanzar en la resolución de este estancamiento. Pueden surgir ideas respecto al otro, como, por ejemplo, que el otro no lo ama, no lo cuida, no lo tolera como antes o lo agrede, lo maltrata, lo critica, entre otras. Estas atribuciones llevan a que cada miembro de la pareja tienda a reaccionar ante el otro de un modo que suele conectar a cada uno nuevamente con sus fragilidades, generando una pauta de la que les cuesta mucho salir.

En este sentido, es muy importante, primero, identificar si es que como pareja se está funcionando en este modo y cuáles son los mecanismos que cada uno está desplegando, haciéndose conscientes de las emociones y acciones que van surgiendo en cada uno y en la relación. En la medida que cada uno identifica su responsabilidad en el conflicto y se conecta con el amor al otro, es más fácil buscar cómo cuidar a ese otro y a la relación.

En segundo lugar, no hay que olvidar que los impasses pueden resolverse, a veces aceptando los desacuerdos, manteniendo la flexibilidad y siendo compasivos con nosotros mismos y con el otro, pues ambos sufrimos durante estas crisis. No hay que perder la
perspectiva de que esta situación es transitoria, muy cargada de tensiones y angustias y que todo puede volver a la calma.

Por último, cuando las parejas se encuentran con este tipo de dificultades, sobrepasadas por la situación, es recomendable y beneficioso poder tener un apoyo profesional.

Instituto Chileno de Terapia Familiar

Unidad de Terapia de Pareja Relacional en Múltiples Niveles


María Alejandra Escala Z. 
Christiane Krämer K.
Gabriela Valls B.
Patricia González E. 
Paulina Pemjean C.
Daniela Vío G.

domingo, 10 de mayo de 2020

Madres (padres) y familias suficientemente buenas.






Desde hace algunos meses cada uno de nosotros se ha visto enfrentado a una crisis que va más allá de las esperadas por la familia en el curso de su existencia, como suelen ser la llegada de los hijos, la adolescencia o la partida de ellos cuando son adultos. Esa situación inesperada ha sido la pandemia CoVID 19 que nos ha obligado a la distancia social y el confinamiento obligado o voluntario y con eso a vivir simultáneamente y en un solo lugar el rol de pareja, padres e hijos. En este contexto, el miedo, la angustia y la incertidumbre están presentes en cada miembro del grupo familiar y se pueden manifestar de diferentes maneras. En los hijos en edad preescolar probablemente surgen conductas que resultan difíciles contener, ya que el estado emocional de los padres es de alta demanada y la incertidumbre económica y sanitaria es parte del escenario de muchos. Tal vez muchas madres se han visto más exigidas en este contexto, uniendo crianza y trabajo, porque están solas o bien porque ese es el acuerdo implícito de la pareja, aunque como cultura y sociedad hemos avanzado en esta distribución de roles, aún existe la doble jornada para la mujer. Lo cierto es que el contexto actual nos obliga a lidiar de manera diferente con todo esto. ¿Cómo convertirnos en proveedores de cuidado y satisfacer las propias necesidades de cuidado? Quizá es una pregunta pertinente cuando se trata de estar a cargo de niños pequeños. Tal vez nos acercamos a una respuesta si consideramos el concepto de madre suficientemente buena (que también podemos aplicar a los padres) desarrollado por Donald Winicott, psicoanalista que ha realizado un gran aporte en la comprensión de la mente de los niños. De manera sencilla, este concepto alude al hecho de proveer a los niños de un hogar nutrido de afecto, cuidado y satisfacción de necesidades físicas y emocionales, de manera imperfecta, es decir con errores que luego se reparan y reconocen. A partir de esto, frente a la realidad en la que estamos expuestos, la flexibilidad, la necesidad de establecer lo importante para cada madre y padre y equilibrar los cuidados de otros y de sí mismos, cobran gran importancia y se relevan en el contexto. Las conversaciones pendientes, las emociones y sentimientos que se ocultaban en el quehacer cotidiano y las exigencias del entorno, hoy se hacen presentes y se reflejan en un espejo que inevitablemente nos muestra cómo estamos y lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. ¿Cómo sería si consideramos este concepto, cómo sería si logramos definir qué es lo importante para una madre/padre y los hijos en este momento, cómo sería si nos atrevemos a ser sólo madres y padres suficientemente buenos? Todas preguntas que vale la pena considerar.

Por toda la labor realizada en este período por los padres y particularmente por las madres, que estarán celebrando su día este domingo en un escenario inédito, damos un aplauso colectivo con la misma intensidad y energía de aquel aplauso que probablemente muchos, hemos dado hacia los profesionales de la salud que nos estan cuidando.

Equipo de Familia y Vínculos Tempranos

Psicólogas Sara Aberg, Ana María Olivares y Teresita Vicuña.

Instituto Chileno de Terapia Familiar.