domingo, 18 de marzo de 2012

Conversaciones dialógicas que valoran la complejidad

Comentario de la Terapeuta Familiar Loreto Céspedes sobre el artículo "Relaciones de colaboración y conversaciones dialógicas: Ideas para una Práctica Sensible a lo Relacional", de Harlene Anderson, 2012 (Family Process 51:8-24, 2012. Traducción de Ps. Soledad Sánchez en el marco del convenio del Instituto Chileno de Terapia Familiar con la Revista Family Process)

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Leer este artículo es una buena posibilidad de dejarse interpelar y cuestionar, así como fortalecer la postura reflexiva crítica de nuestros supuestos y práctica terapéutica. Para mí, fue inevitable.

Cuando leí este artículo, estaban resonando en mí las noticias del conflicto de Aysén en Chile y las dificultades de establecer EL DIÁLOGO, así como mis sentimientos de impotencia y desconcierto -y confieso también de desesperanza- que “no será posible el acuerdo”. Como si diálogo y acuerdo fuesen lo mismo y la solución fuese un discurso homogéneo o monológico. Gran error.

Por eso cuando leí el párrafo que copio a continuación, sentí que este texto podía ser relevante para mi hoy: “… somos testigos de una fuerte y creciente demanda por democracia, justicia social y derechos humanos. Las personas desean participar, contribuir y compartir la propiedad. Demandan una escucha respetuosa, receptividad a las necesidades que expresan y tomar decisiones con respecto a sus vidas. Se rehúsan a que se las deje de lado como si fueran números y categorías (…) demandas nos obligan a reevaluar cómo experimentamos y comprendemos el mundo, a nuestros clientes, a nosotros mismos(as) y nuestros roles como profesionales”. De ahí que la afirmación de Harlene sobre ser una profesional más sensible a lo relacional y buscar conversaciones y relaciones que nos permitan ajustar nuestra práctica a las circunstancias de cada persona y que sean transformadoras en sí misma, vuelve a desafiarme.

Creo que el desarrollo del artículo aporta un sólido cuerpo de ideas que pueden ayudar a dar sentido y significados nuevos e impulso para facilitar conversaciones y diálogos, desde el reconocimiento y respeto de la experticia del otro en su vida.

El artículo presenta una síntesis acabada del pensamiento actual de H. Anderson y de su modo de entender las relaciones que favorecen el cambio: relaciones de colaboración y dialógicas. Permite vislumbrar la evolución de sus planteamientos y las conversaciones con los autores que hoy están presentes en sus ideas.

Quiénes trabajamos en clínica, compartimos la pregunta sobre ¿cómo puede nuestra práctica clínica ser relevante y útil para quiénes nos consultan? Es muy aliviador conocer que esta pregunta sigue siendo el norte para una terapeuta de la trayectoria de Harlene. Su respuesta parte valorando la sensibilidad a lo relacional, la singularidad de las circunstancias de cada persona y el valor transformador de las conversaciones. Desde este punto comienza a profundizar recorriendo un camino desde la reflexión teórica hacia la práctica clínica, en que el eje es la filosofía del terapeuta que se traduce en una forma de ser en relación con.

El cuestionamiento reflexivo y crítico es facilitado por la explicitación de que todo conocimiento debiera estar sujeto a duda, en cuanto a su afirmación de ser verdadero, ya que las verdades universales pueden ser atractivas y peligrosas. Invita a considerar a las personas como desconocidos y excepcionales, para que nuestros conocimientos parciales no inhiban la apertura a la novedad de cada persona o grupo.

La consideración de conocimiento y lenguaje como procesos sociales relacionales y generativos, es una idea troncal en la terapia que focaliza en las relaciones. Los planteamientos del artículo nutren y actualizan la mirada terapéutica y van más allá al eliminar la dicotomía de “el que sabe” y “el que no sabe”. El cambio se genera en el lenguaje, entendido éste como algo relacional. La concepción de diálogo, conocimiento y lenguaje como procesos sociales interactivos que evolucionan, destacan su naturaleza mutuamente transformadora.

Asimismo las ideas sobre la construcción dialógica del self, integran planteamientos de K. Gergen y también de teóricos del desarrollo como Vygotsky y Trevarthen que plantearon la naturaleza interdependiente e intersubjetiva del desarrollo.

Luego de plantear supuestos que orientan a la reflexión continua, autocritica y apertura a la crítica de los demás (práctica ética), se refiere a un modo de ser terapeuta que se desprende de éstos. El o la terapeuta despliega un modo de ser en terapia que da posibilidad de que emerjan posibilidades nuevas en la relación. Se refiere a la relación colaborativa facilitada por un modo de ser terapeuta, como un “medio fértil” para “fines creativos”.

Anderson habla de una filosofía de la terapia, para enfatizar una forma de ser con, versus un sistema de hacer por. Con es la palabra clave, lo distintivo es el proceso de estar–con (withness) la otra persona orientándose hacia ella y conocer y actuar “dese dentro” del momento. Se trata de una actitud de estar preparada para responder espontáneamente a la situación presente , es un estado, no algo que uno hace.

Harlene en este texto logra describir, clara y profundamente, el momento de estar con otro, integrando los aportes de J. Shotter, la acción conjunta y saber desde dentro, y D. Stern, momentos de encuentro y ahora. Perspectivas que aportan y dan palabras a la compleja experiencia relacional. Es novedoso y sorprendente, en relación a sus otros textos, la descripción que hace de los momentos de cambio y, por otra parte, tremendamente sintónica con los planteamientos que hace Eduardo Carrasco, en el Instituto Chileno de Terapia Familiar en sus escritos respecto a estos temas.

La autora plantea que el quehacer terapéutico es establecer una relación colaborativa que favorezca conversaciones dialógicas, entendidas como indagación mutua a través de las cuales emerge novedad. Plantea cómo facilitar las condiciones y el espacio metafórico para el diálogo entendido como colaboración conversacional.

La postura filosófica, es decir la sensibilidad que orienta la acción terapéutica, se caracteriza entre otros por: indagación mutua, es decir estar juntos en esto; expertise relacional, que se refiere a favorecer un espacio de construcción de conocimiento en conjunto una forma de saber compartido intersubjetivamente; no-saber previo, sino la construcción de saber-con creado momento a momento de la terapia; ser abierto; vivir con incertidumbre; conciencia de transformación mutua; y orientación hacia la vida cotidiana.

Espero que muchos lean este artículo y podamos tener ocasión de intercambiar reflexiones, dudas, y diálogos, que nos transformen mutuamente. Necesitamos aprender a dialogar, y seguir desafiando los monólogos que se sustentan en “verdades universales”, sin esperar acuerdos o sometimientos a la verdades de otros. Pienso que las conversaciones dialógicas entre colegas y con nuestros pacientes y familias y amigos, pueden ayudar a ir transformando nuestros espacios relacionales e ir un poco más allá. Los planteamientos de H. Anderson, contribuyen a sostener la complejidad y a encontrar en ella nuevas posibilidades y recursos.


Loreto Céspedes P.

18 de marzo de 2012