jueves, 15 de noviembre de 2012

CARLA VIDAL POLLAROLO 1962 - 2012



Hace 22 años Carla inició su formación como terapeuta familiar y de pareja en el Instituto Chileno de Terapia Familiar. En 1990 nuestra institución tenía 7 años de existencia. El próximo  cumpliremos 30 años desde su fundación. O sea, casi tres cuartos de la vida institucional fueron con Carla paseándose con su sonrisa llena de ternura, pícara, como dicen en algunos de los mails que durante el día de ayer nos llegaron, y con su risa que alborotaba los espacios.  Inicialmente  como alumna, luego como miembro, más tarde, en 1999, como Miembro del Directorio y Directora del Departamento Clínico. Finalmente, en 2007 como presidenta. Ella fue la primera presidenta de nuestro instituto que no era fundadora. En ella, los fundadores y la institución depositaron la confianza de que sería  capaz de conducir el cambio para que las nuevas generaciones nos hiciéramos cargo de la historia y del futuro de esta querida  institución.
Nunca hubo duda. Ella era la persona. Sin embargo, la vida dijo que apenas asumiera el honor y la responsabilidad  de la presidencia, se enfermara.  Entonces, vinieron tiempos inesperados, tiempos para los cuáles no estábamos preparados. En medio de la consternación y del dolor, tuvimos que repensarnos y encontrar una manera de continuar , ahora de un modo diferente al que con ella habíamos imaginado.
Hemos caminado estos 5 años y hemos continuado por la senda fundacional y seguido creciendo. Pero no ha sido fácil. Debimos  acostumbrarnos a que desde lejos, pero de cerca, nos diera consejos, nos hiciera sugerencias, apoyara cada uno de los momentos transcendentales de nuestra vida institucional. Hasta que sintió que necesitaba hacer algo diferente con su vida para transitar por ella con sentido. Seguimos entonces caminando y los proyectos que dejó en ciernes, fueron consolidándose, mientras Carla vivía su nueva vida y con ella, nos interpelaba. El proyecto Psicosocial del Instituto aun hoy  plasma el espíritu del que ella fue gran gestora. Y así seguirá siendo. Porque su presencia fue la encarnación de los valores humanistas, los mismos que dieron hace casi tres décadas origen a nuestra institución…..nada por sobre el ser humano y ningún ser humano por sobre otro. Desde ahí, el profundo respeto por la democracia, porque todos tuvieran un lugar, porque todos los aportes fueran valorados, por el respeto a los derechos humanos, por  el compromiso y entrega por sobre cualquier cálculo personal. Ese es su legado, el de los primeros, el de ella y confiamos en que también será el de los que seguimos.
En este tiempo, especialmente en este último, después del último café que tomamos juntas en el barrio Las Lilas he pensado mucho en qué la hacía diferente. Porque creo que en nuestro Instituto hay muchas personas que compartimos su espíritu, sus valores e incluso algo de su manera de entender la psicología, la terapia, a las familias, las parejas, pero ¿qué la hacía diferente y que hace que la huella que deja sea imborrable?.
Hace algunos días atrás hice esta pregunta al equipo con que trabajo en el instituto, Y me dijeron. “ella nos hacía sentir que le importábamos..nos hacía sentir valiosas. No importa si éramos o no amigas o si habíamos trabajado juntas o no. Se detenía y cada encuentro con ella era un verdadero encuentro”.

Esto, no lo logra cualquiera, porque no tiene que ver con la inteligencia, ni con las convicciones. Esto era parte de su naturaleza. Carla era así.
Pero, también era rigurosa. Sí, muy rigurosa. Disciplinada y rigurosa. Uno de estos días en la clínica,  me pidió que le leyera un mail que habíamos mandado a los miembros del Instituto para contarles de su salud. Mientras se lo leía, abrió los ojos y me preguntó..¿no hiciste distinción de género en el encabezado?  Carla era así.
Su aguda sensibilidad, sus valores a toda prueba y su rigurosidad la hicieron una profesional de lujo. Y así lo van reconociendo quienes nos han hecho llegar sus condolencias. Pero además, una mujer y una persona excepcionales.
Carla representa la esencia de lo que queremos transmitir  a nuestros alumnos, el modo en que queremos relacionarnos y la forma en que pensamos las tareas institucionales. Cuando fui elegida presidenta me escribió, como en cada momento importante durante estos 5 años y me dijo: “Amas al Instituto y eso se nota en cada cosa que haces, y todo tu gobierno será hecho desde ahí, desde ese amor. Eso es clarísimo.”.  Así era ella, así pensaba el hacer, no como una simple tarea a cumplir, sino como un acto amoroso. Y era amorosa, en el profundo sentido de la palabra.
Estamos orgullosos de que Carla sea una de las hijas predilectas de muestra institución y así la tendremos por siempre en nuestro corazón.
Quiero terminar compartiendo una frase que escribió hace algún tiempo:
“Pero bueno, mañana comienzo un nuevo septenio (los antroposóficos dividen la vida en septenios, así que los 49 son más importantes que los 50) Veremos cómo sigo caminando por estos caminos sinuosos, llenos de sorpresas maravillosas y de adversidades difíciles de sobrepasar. Así es la vida... la del enfermo, la del que  le toca dirigir una institución, la de todos al final de cuentas, especialmente de quienes decidimos vivirla plenamente y no hacer unas poquitas cosas para salvar el día.”
Nos veremos querida Carla.
El Instituto Chileno de Terapia Familiar siempre será tu casa. 
Claudia Cáceres P.
Presidenta
Instituto Chileno de Terapia Familiar