viernes, 10 de julio de 2020

La vida de las familias en tiempos de pandemia. Parte III: Reflexiones acerca del retorno a partir de la voz de los niños y niñas.




La vida de las familias en tiempos de pandemia.

Parte III:  Reflexiones acerca del retorno a partir de la voz de los niños y niñas.

 

¿Por qué preguntar a los niños qué quieren hacer cuando termine la cuarentena?

 

El tan ansiado retorno a la vida normal será un desafío enorme para todos, para adultos, jóvenes, niños y niñas. Anticipar lo más realistamente posible lo que se viene es un imperativo que, de no hacerlo, hará que el desconfinamiento se constituya en una nueva crisis que enfrentar. El desconfinamiento no es un momento, sino un proceso que debe ser anticipado y preparado. La pregunta por lo que esperan cuando esto termine, nos da luces de aquello que necesitan ahora los niños y niñas, así como de lo que en este tiempo les ha hecho falta.

 

El cansancio, el desgaste y el agotamiento de las rutinas, que todos quienes hemos estado en cuarentena hemos vivido por meses, contribuyen a idealizar el desconfinamiento como la posibilidad de recuperar la vida que quedó paralizada, que se suspendió en el espacio virtual y que, cual película, se puso inesperadamente en una pausa de duración incierta.

 

Idealización peligrosa, pues, en cualquier circunstancia, el regreso va a ser lento, gradual y con medidas de protección para evitar el contagio, probablemente hasta que haya una vacuna o, al menos, algún tratamiento eficaz para la enfermedad.  Como cualquier situación difícil, mientras mejor la anticipemos y nos preparemos, mejores posibilidades tenemos de que resulte bien. Soltaremos la pausa, pero el video correrá en modo cámara lenta y tenemos que estar preparados para eso y preparar también a nuestros niños, niñas y jóvenes, quienes, entusiasmados con recuperar aquello que quedó pausado, pueden perder de vista este retorno en cámara lenta y hacerse expectativas irreales.

 

Los niños y niñas quieren volver al colegio. No quieren “ver” a sus compañeros  (la mayoría los “ve” a través de las plataformas virtuales). Quieren “estar” con ellos. Quieren jugar fútbol, porque jugar FIFA en sus consolas no sustituye los abrazos colectivos cuando celebran el gol.  Quieren encontrarse con sus profesores, pues extrañan la palmada en la espalda de su profesor para alentarlo cuando el desafío se les hizo difícil o tuvieron un logro inesperado. Las niñas quieren volver a reunirse con sus compañeras, no solo quieren conversar o ver una película, quieren invitarse a “alojar”, no importa dormir incómodas, en el suelo, compartiendo camas, porque lo que importa es “estar juntas” en una reunión en 3 dimensiones, donde el contacto entre ellas sea posible.

 

Es verdad que los niños y niñas han disfrutado nuevos y más tiempos en familia, almorzar y comer juntos, que han disfrutado de hacer cosas que no hacían antes con sus padres, madres y hermanos. Que algunos han ganado la posibilidad de compartir con sus papás actividades de la vida diaria, que antes solo hacían con la mamá o solos.  Sin embargo, necesitan recuperar los espacios sociales con sus amigos/as, abuelos/as, tíos/as y primos/as. El núcleo familiar lo han tenido y lo valoran, pero extrañan los vínculos de la familia ampliada, otros brazos, otros cariños.  Quienes no viven con sus dos padres, necesitan recuperar las rutinas de encuentros con el padre o madre con quien el encuentro físico se pausó.

 

Porque la voz de los niños y niñas deja en evidencia que, por más avanzadas que sean las tecnologías que nos han permitido vernos durante este tiempo … necesitan CON-TACTO. La interacción sin contacto físico tiene a los niños cansados, desgastados.  Cumplen lo que pueden con los deberes escolares, pero se les hace aburrido y una exigencia que ya poco los motiva. Van a ser casi 4 meses desde que el confinamiento intermitente los tiene pegados a una pantalla y haciendo tareas que hoy les hacen poco sentido. Porque el aprendizaje no es solo adquisición de contenidos, sino, especialmente en los más pequeños, desarrollo de habilidades.  El aprendizaje tiene una base emocional, sobre la que se despliegan los aprendizajes cognitivos. Un niño ansioso, asustado, estresado y aburrido, aprende poco. Pasada la etapa de novedad y cuando la pausa ya no fue acotada, ni breve, empezaron a sentir la ajenidad del encuentro SIN-TACTO, la falta de piel que resentimos, pues, en tanto mamíferos, sigue siendo una de nuestras necesidades más básicas. Niños y niñas que acostumbraban a encuentros con otros seres significativos llenos de vida, energía y afecto táctil, han tenido que aceptar que hoy día el encuentro con ellos es a través de unapantalla. Solo imagen y voz.  La compañía y el consuelo necesitan piel.  El apego seguro necesita piel.

 

Va a ser difícil volver a encontrarse físicamente sin ese abrazo colectivo, sin la palmada en la espalda, sin compartir el piso convertido en un improvisado y “apretujado” camping de amigas.

 

Las familias tienen que acompañar desde ya el proceso de desconfinamiento y preparar a sus hijos e hijas para una transición. Encuentros reales, no virtuales, pero sin contacto o con contacto mediado por las medidas de protección, de las que los niños y niñas ya están también un poco cansados. Para que cueste menos, mejor hablardesde ya de ello.

 

El intenso deseo de volver a retomar la vida fuera del encierro puede hacer invisible lo que muchas familias perderán con el desconfinamiento. Salir del espacio seguro, del refugio que para muchos ha significado el encierro y que ha permitido mantener a raya el miedo y cobijarse en la sensación de protección del hogar. Salir de la seguridad de las casas, del apego intenso con los padres, madres y cuidadores significativos. Alejarse del contacto de piel con unos pocos y salir al mundo de nuevo, siempre con la amenaza latente del rebrote y del contagio. ¿sabrán cuidarse?, ¿seguirán las instrucciones de distancia física? Los padres y madres tienen que promover desde ya autonomía en el autocuidado y prepararse para ir gradualmente confiando en que sus hijos e hijas sabrán protegerse solos. En el caso de los más pequeños, construir la confianza en que el sistema escolar sabrá hacerse cargo de su responsabilidad de educar en el autocuidado y cuidar.

 

Por supuesto, para quienes el encierro ha significado maltrato, dolor y abusos, el término de las cuarentenas obligatorias será un alivio. Pero ese es otro tema que merece atención especial y aparte por su relevancia. Porque el desconfinamiento también permitirá que salga a la luz lo que ha sido para algunos niños, niñas, jóvenes y mujeres estar encerrados en situaciones de malos tratos y vulneración de derechos.

 

Será esencial, para la etapa que sigue, que cada familia se haga la pregunta: ¿qué queremos conservar de lo que ha sido la experiencia de cuarentena? y, por supuesto, ¿qué tendremos que hacer para que podamos conservarlo? Porque si no nos preguntamos esto, perderemos la oportunidad de que esta pausa indeseada, dolorosa y extenuante, tenga, además de los costos, aprendizajes y algunas ganancias no menos importantes.

 

Conversar en familia de lo que será el desconfinamiento progresivo. Ayudar a los hijos a hacerse protagonistas del propio cuidado que hoy ha estado monitoreado y definido por los adultos. Hacerlos conscientes, de acuerdo con sus edades, de la responsabilidad que tienen consigo mismos y con los demás. Padres e hijos transitarán del apego estrecho y permanente del confinamiento al apego de la vida diaria, confiados en que en este tiempo habrán reforzado los vínculos y serán una base más segura para la exploración del mundo abierto de un modo cuidadoso y sereno.  

 

Este año ya no fue lo que pensamos. Probablemente, nuestros hijos e hijas no tuvieron todos los aprendizajes formales que estaban programados.  Estamos en junio y sus caras y palabras denotan cansancio de fin de año. Las vacaciones de invierno se perdieron entre encierros y acomodos a duras penas organizados en colegios y casas. Ya no hubo interescolar preparatorio, la gira de la selección del colegio se canceló, algunos no tendrán su viaje de estudios, otros no tendrán la graduación ni el baile que soñaban. Muchos años se cumplieron sin fiesta, ni celebración con besos y abrazos. Algunos no pudieron despedir a sus abuelos.

 

Mirar para adelante aceptando las pérdidas que todos hemos tenido en este tiempo, conectarnos con lo esencial, pues ya sabemos que podemos prescindir de mucho y arreglárnosla con menos y valorar lo que sí tenemos y queremos conservar. Esa sería nuestra propuesta de desafíos de cuarentena que nos surge de escuchar a las voces de los niños y niñas en la pandemia.

 

Ps. Claudia Cáceres P.

Ps. Berta Carvajal A.

Ps. Isabel Fernández S.

Ps. Carolina Gana V.

Unidad de Terapia Familiar en Procesos de Separación y Familias Ensambladas

Instituto Chileno de Terapia Familiar

2 comentarios:

Patricia dijo...

Muchas gracias a todas las de la unidad por siempre aportar desde una mirada reflexiva y sensible sobre los procesos de las familias y los niños

DANIELA dijo...

Súper interesante