jueves, 21 de noviembre de 2013

Cuando el camino a la fertilidad es a alta velocidad


La tecnología actual ha impactado nuestras vidas, permitiendo llegar a lugares nunca antes pensados, y lo que es más sorprendente, con una velocidad asombrosa. En este marco, las autopistas urbanas han marcado una diferencia notable, ya que permiten atravesar una ciudad compleja en pocos minutos, sin necesidad de ir deteniéndose en semáforos, cruces y en definitiva, sin necesidad de mirar la ciudad. 

Así sucede con las parejas que se involucran en tratamientos para la infertilidad: abordan un tratamiento que los conduce rápidamente por un camino, sin detenerse a mirar y a veces sin conocer el entorno por el cual circulan. En este proceso se agradece a la ciencia que ha permitido avanzar tanto y tan rápido, pero al igual que en las autopistas, a veces se necesita información clara y oportuna, que les permita a las parejas conocer cuáles son los posibles caminos a seguir y decidir cuánto trayecto de este camino realmente desean recorrer. 

Porque en el caso de los automóviles, cuando se enfilan por una autopista de alta velocidad, se hace difícil reconocer a tiempo los desvíos necesarios para salir. A esto se le suma que miles de automóviles ejercen presión sobre el que quiere circular a un ritmo más lento. Es que la presión social por la búsqueda del anhelado hijo biológico no permite hacer detenciones en el camino.

Siguiendo con la analogía planteada en un principio, se trataría de un automóvil que es conducido por un miembro de la pareja, mientras el otro generalmente es el copiloto. A veces se alternan, a veces es siempre el mismo[1].

El piloto es quien asume la conducción del tratamiento y quien se responsabiliza por seguir las instrucciones del camino y llegar a destino. El copiloto por su parte, puede adoptar distintas actitudes: ir atento a las señales colaborando con el piloto; descansar al lado del conductor relajadamente; o dar instrucciones irritantes, entre otras, pudiendo intercambiarse la pareja sus roles.

En nuestra experiencia, nos hemos encontrado con parejas que han hecho una serie de fertilizaciones asistidas y que pueden llevar incluso hasta 18 fertilizaciones in vitro; otras que han tenido numerosos abortos espontáneos; otras que a veces llevan más de 10 años en tratamiento, y sin embargo, muchas de ellas aún continúan, a pesar del desgaste físico, emocional y económico que esto les pueda significar. 

Cada camino es único para cada pareja. Nuestro trabajo es ayudarlos a visualizar en qué camino están, como es y ha sido y cuáles son los desafíos que implica. En nuestro rol de terapeutas vemos la necesidad de acompañarlos en su recorrido y para ello es necesario detenerse. En palabras de una pareja atendida en nuestra unidad: “nos subieron a un carro y no tuvimos oportunidad para conversar y reflexionar”. Aquí aparece la “berma” como alternativa en el trayecto, que sería el equivalente al espacio terapéutico. ¿Cómo entra entonces un terapeuta a apoyar en estos casos? ¿Qué rol debería tener?

Como Unidad de Familia, Fertilidad y Adopción, pensamos que nuestro rol principal es ayudar a las parejas a reflexionar sobre lo que están viviendo, cada uno y en conjunto; empoderarse sobre sí mismos y sobre lo que quieren hacer. El desafío es aliarse con la esperanza y el deseo de un hijo biológico sin dejar de lado su experiencia, y sus proyectos a futuro. Es así como el terapeuta adopta una postura de validar la experiencia de la pareja y también mostrar las dificultades que han tenido en este proceso. 

En este sentido, la terapia se convierte en un espacio de contención, de apoyo, de comunicación, de abordar las experiencias fallidas de fertilidad, y de qué le ocurre a cada uno de ellos en este proceso. Es importante reconocer y abordar la atribución de significados y creencias que tienen cada uno respecto a los tratamientos y a la paternidad, a objeto de favorecer en ellos mayor intimidad emocional y una comprensión común y favorable del proceso vivido para que puedan ir tomando decisiones en conjunto, decisiones en las que el sentir de cada uno pueda ser tomado en cuenta.

Podemos visualizar como logro terapéutico cuando la pareja integra la infertilidad como parte de la vida y no como un todo, la infertilidad no los define como personas ni como pareja, sino que se transforma en una experiencia más de la vida en conjunto. Para ello se hace necesario que la pareja logre empoderarse en relación a si desea o no continuar con los tratamientos médicos, y si finalmente la paternidad es una forma de vida para ellos.

Nuestro rol también es introducir elementos de psicoeducación que favorezcan el que la pareja pueda tomar decisiones informadas, y normalicen conductas que puedan ser evaluadas como extrañas, entre las que se encuentran no querer visitar amigas embarazadas o sentir celos por el nacimiento de hijos de amigos.

Desde la berma se pueden visualizar las alternativas posibles: seguir o no por la autopista; mirar y entender el mapa, ver donde están las salidas y acordar cuál tomar. 

Afortunadamente las autopistas siempre tienen una berma al costado del camino o zonas seguras donde poder detenerse y hacer una llamada….




Unidad de Familia, Fertilidad y Adopción

Ps. María Inés Castro

Ps. Soledad Cifuentes

Ps. Valentina Iacobelli

Ps. Alejandra Martinez

Ps. Yvette Yunis

Ps. Astrid Villouta



[1] La sociedad y la ciencia, en forma emergente, se han abierto a la posibilidad de un camino a la fertilidad que puede ser abordado por una sola persona. En esta oportunidad nos referiremos a los tratamientos que realizan parejas heterosexuales.

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